miércoles, 26 de noviembre de 2008

Relatos de entre mis recuerdos

Prefacio: Creo un deber citar en alguna parte a Anthony Beevor, cuando en la página 505 de su libro sobre la guerra civil española se refiere a la personalidad de Azaña y dice de él tras su último discurso: (pronunciado en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona el 18 de julio del año 1.938): “Durante la hora y doce minutos que duró su discurso, Azaña confesó que sus sentimientos de republicano y sus ilusiones de patriota se habían visto pisoteados y destrozados por una guerra atroz; afirmó la responsabilidad histórica de los países que habían alimentado la guerra con sus tropas y sus armas en vez de procurar extinguirla; denunció la patraña de la insurrección comunista como excusa para el golpe de estado y relató la terrible experiencia de dos años de lucha y la inutilidad de una guerra” que ha supuesto una calamidad nacional y un daño irreparable para España”. Evocó la profunda conmoción moral que había sufrido el país y la obligación, ”cuando la antorcha pase a otras manos” de recordar a los muertos y de atender a su lección:” la de esos hombres que han caído embravecidos en la batalla luchando magnánimamente por un ideal grandioso y que ahora ,abrigados en la tierra materna, ya no tienen odio, ya no tienen rencor, y nos envían, con los destellos de su luz, tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a todos sus hijos: paz, piedad, y perdón”.


Y dice Pablo García Colmenares, historiador, en su discurso con motivo de su recepción pública como Académico Numerario de la Institución Tello Téllez de Meneses”Los usos públicos de la Historia. La memoria de la represión de la guerra civil en Palencia”, (1.936-1.939): Conforme a los archivos de la Fundación Vasco-Leonesa. La Robla. León. Caja 3419.Carpeta 7372, Minas de Barruelo, S. A. contaba al uno de julio del año 1.936 con 1.241 trabajadores y al uno de agosto del mismo año con 187:( habían abandonando sus trabajos temiendo por sus vidas 1.054). La construcción histórica debe estar consagrada a la memoria de los que no tienen nombre. Para los historiadores profesionales la represión de los primeros días en la zona sublevada (nacional)-después del fracaso generalizado del pronunciamiento militar- es evidente e ineludible; siguiendo las instrucciones del director de la conspiración, el general Mola,- como la base quinta de la Instrucción reservada nº 1 (fechada en Madrid a 25 de mayo de 1.936) y dirigida a los futuros jefes del” golpe” “se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo, que es fuerte y bien organizado. Desde luego, serán encarcelados todos los directivos de los partidos políticos, sociedades o sindicatos no afectos al Movimiento, aplicándoles castigos ejemplares a dichos individuos para estrangular los movimientos de rebeldía o huelgas.


-“Y un mes después, el 24 de junio, Mola se dirige a los jefes de la futura sublevación en Marruecos, insistiendo en que,El Movimiento ha de ser…de una gran violencia. Las vacilaciones no conducen más que al fracaso”-He iniciada ya la revuelta en Pamplona diría:”Es necesario propagar una atmósfera de terror (…); cualquiera que sea, abierta o secretamente defensor del Frente Popular debe ser fusilado


-Y a fe que se cumplieron con precisión todas estas instrucciones en Castilla y León, que apenas pudo oponer resistencia. Las instrucciones, al igual que las que daba el general Queipo de Llano en Sevilla, eran una clara licencia para matar; sin derecho alguno para las víctimas y sin responsabilidad, o más bien méritos, para los verdugos del ejército o de la Falange y grupos afines a los que durante varios meses se les dejó total impunidad para hacer la “limpieza” o asesinatos de todos los elementos progresistas: socialistas, comunistas o anarquistas, así como republicanos y reformistas de significación política o social.


(J. Gutiérrez Flores constata en su libro Guerra Civil en una comarca de Cantabria que fueron 69 los asesinados en Barruelo de Santullán y 51 en su comarca: un total de 120).


Y refiriéndose al éxodo de los vecinos de Barruelo añade el citado historiador:- La inestabilidad del frente en el norte, como se ha señalado, permitió la huida de cientos de familias que de otra manera hubieran visto asesinados a muchos de sus miembros. La amplitud y lo escabroso de esta zona montañosa permitiría su salida.


Y testifico, porque estuve allí…Es un hecho sabido y olvidado y hasta ignorado desde siempre por muchos de sus vecinos actuales que en Barruelo y en los pueblos de su entorno: Vallejo, Orbó, Brañosera, Revilla, Porquera, Cillamayor, Villa Vega y Nestar,( ¿ 8. 500 habitantes,?), en los primeros siguientes días al 18 de julio del año 1.936 cundió el miedo a los fascistas por los paseos que estos daban y se decidió en sus “Casas del Pueblo” que sus hombres se escondiesen por los montes, para salvar sus vidas.


…Ya hacía semanas que nuestros padres y hermanos mayores sobrevivían apenas entre los árboles y entre las peñas de los cintos bajo la sierra de Ijar y que nosotros sus hijos más pequeños les llevábamos a escondidas sus alimentos; ya hacía tiempo que los guardias civiles habían desarmado a los socialistas de Barruelo en su “Casa del Pueblo” de sus escopetas de caza y de sus cuatro pistolas oxidadas y sin balas que aun guardaban escondidas desde el año 1.934 y que eran perseguidos y muertos ó apresados y enviados a Palencia para que les fusilase allí, legalmente, como a mi primo ”Galo”;que exhaustos y dispersos vagaban por los montes a la espera de que el movimiento aquel fuese abortado cuando sus esperanzas perdidas supieron de Santander y su provincia que allí no había triunfado el “golpe” y optaron por acercarse a Reinosa para incorporarse al ejército republicano, como milicianos; para abastecerse y atrincherarse por entre las faldas del pico ”Terena” y establecer así el primer frente de guerra antifascista de la 2ª Guerra Mundial!:(¡¡los vecinos de Barruelo!!)


(Un frente-sigue diciendo Pablo García Colmenares- que con algunas escaramuzas por ambos bandos y los intentos fallidos desde Reinosa por tomar Aguilar, o no permitir la salida de los carbones de Barruelo y de Vallejo de Orbó, se estabilizaría a las pocas semanas y se mantendría estable hasta la ofensiva del 14 de agosto de1.937 en que las tropas de la zona sublevada presionando por tres frentes: desde Brañosera, ocupando las zonas del pico Valdecebollas; La Lora, al este de Aguilar; y el centro de este frente en torno al pico Terena- en donde se desarrolló una dura jornada-se acabó con la defensa de las tropas fieles a la República.”)



¡Pero no todos sus vecinos se les escaparon a los fascistas! Hubo otros, de este lugar de minas de carbón y en su mayoría de obreros mineros sindicados en la Unión General de Trabajadores y afiliados al Partido Socialista Obrero Español y votantes del Frente Popular, evidentemente, que incrédulos o “pacifistas” o confiados no huyeron a los montes para salvar sus vidas: labradores y tenderos y funcionarios y albañiles y carniceros y pescaderos y fruteros y electricistas y dependientes de comercio ó ferroviarios ó carreteros u oficinistas o de otras profesiones que aunque sabían de los fascistas españoles que obedecían y secundaban como los de Austria e Italia y Alemania y Portugal un denominado plan “anti francés ”-nazi-fascista- urdido por la industria armamentista alemana y el capitalismo europeo y el Vaticano y el clericalismo español para acabar con las libertades y las igualdades y las reivindicaciones sociales, no quisieron esconderse: Teodomiro Báscones, (barbero), Bautista Navarro, (tendero), Francisco González,( el “Sifonero”)…Vecinos que no sabían ni entendían ni querían entender de ateísmos o utopías ni eran militantes socialistas o anarquistas o comunistas o republicanos pero, (¡eso sí…!), no iban a misa: que no eran obreros mineros sindicados sino de otras profesiones e independientes y que optaron por permanecer en sus hogares en defensa de sus bienes y de sus mujeres e hijas; fuese porque ya a una joven la había violado y asesinado un guardia civil en una poza del monte cuando lavaba su ropa ó no advirtiesen-porque no se lo podían ni imaginar-que peligraban sus vidas. Que sin protección alguna, ni civil ni militar, porque a su alcalde y a varios concejales más ya les habían encarcelado o asesinado en Palencia y a los guardias civiles se les había ordenado que se sublevasen y obedeciesen a los falangistas se quedaron a su merced y a la de otros individuos armados y uniformados como ellos que de inmediato y sin saberse cómo ni de donde habían salido habían arribado a nuestro pueblo a sumarse a sus falangistas y habían comenzado con ellos a patrullar por nuestras calles y a registrar nuestras viviendas y nuestros cubiles y cuadras y hasta nuestras alcantarillas y a asaltar nuestras tabernas y bares para emborracharse …¡ y a matar…!(1)


(1).-Años más tarde se supo de estas bandas que habían sido conjuntadas y armadas en los conventos palentinos con sus frailes y sus seminaristas y los somatenes y los falangistas de los pueblos en que estaban ubicados y delincuentes excarcelados y enviadas a Barruelo porque en él cuando la revolución de octubre en el año 1.934 los mineros habían quemado su iglesia y su ayuntamiento y habían matado a un teniente coronel de la Guardia Civil y al director de su colegio de frailes, al hermano Bernardo: (muertes aun sin aclarar judicialmente mas que les sirvieron primero a los guardias civiles para quedar impunes tras haber asesinado a Francisco Dapena nuestro alcalde a culatazos de sus fusiles en su cuartel sin haberle acusado de nada, solo para que se supiese que quienes mandaban eran ellos, y después a don Venancio el cura párroco de BARRUELO, desvergonzadamente, que las utilizó en sus informes- oficiales- para acusar a cuantos vecinos quiso de ellas,-mineros y no mineros- y así, tan canallescamente como era su costumbre proceder decidir sobre las vidas y los destinos de cientos de ellos y sus descendientes).


Vecinos que no huyeron de Barruelo por sus montes para salvar sus vidas; que se quedaron en sus casas con sus mujeres e hijos e hijas ignorando que también ellos eran unos revolucionarios; que se confiaron porque jamás habían hecho daño a nadie ó porque pensaron que antes de que arribasen los militares perjuros con sus soldados y sus requetés, los que aun luchaban por su Dios y por su Patria y por su Rey como en sus más miserables y vejatorios tiempos y los legionarios apátridas y los moros sin entrañas que se nos anunciaban para el Norte como habían sido en el Sur y el Oeste:(¡ Badajoz: 4.000 asesinados!), degollando y violando y robando hasta sus dentaduras de oro a los muertos, arribarían los gubernamentales, ¡que no llegaron…!


Pero ya pronto en este nuestro caminar hacia los olvidos y las metamorfosis y los borrones y las cuentas nuevas y los “por que el tiempo todo lo borra” nadie les recordara a estos hombres y mujeres que fueron asesinados en los primeros días del “levantamiento” para aterrorizar a los sindicatos obreros y a los partidos políticos, incluso de derechas y que además les servirían a sus verdugos para pretender equiparar sus muertes con las de quienes ya en el poder no necesitaban matar a nadie para gobernar, como ellos; organizados desde hacía mucho tiempo para aterrorizando paralizar a los sindicatos obreros y a los partidos políticos, hombres mujeres y niños, ya que en esta ocasión no les debía fallar su “golpe” como en el año 1.932, en su Sanjurjada.



-¡Y mataron al “Sifonero” ¡Era inconcebible…!¡Era más que una monstruosidad; pero le mataron…!…!¡Nadie se lo podía creer…!Ni sus propios asesinos, mas tarde…!¡ Era una gota de agua que había hecho rebosar un vaso…¡ El “Sifonero” jamás había ofendido a nadie; era tranquilo, apacible, un hombre que hablaba con pausas y caminaba sin prisas; que si alguien se impacientaba porque tardaba en llegar le sonreía y le pedía perdón, pausadamente; que era incapaz de acelerar su paso. ¡Han matado al “Sifonero”!, debieron gritar hasta las piedras, en silencio … Hasta entonces cada mañana venía alguna vecina a mi casa a contarla a mi madre que tal o cual conocido nuestro había aparecido muerto; que habían matado a un chaval de catorce años; que ya otros chavales se habían escapado; que a la hija o la mujer de tal o cual socialista la habían afeitado la cabeza y la habían llevado presa; ¡pero mataron al “Sifonero y dejaron de venir…!


Me lo contaba Paco ocho años después en uno de nuestros habituales paseos: el por qué de haberles dejado a él y a sus nueve hermanos sin padre,: “porque a los hijos de “la Viuda” se les había metido en la cabeza construirse una fábrica de gaseosas en cuanto aquello se normalizase y su padre les estorbaba; que estos le habían exigido al cura don Venancio-amigo suyo- que le incluyera en una de sus listas para los “escuadrones de la muerte” y que éste, que en un principio se había negado, había accedido al fin y le había incluido en una de ellas, como suplente.


Mi amigo Paco había cumplido trece años en el año 1.936 y en el año 1.944, cuando me lo contaba, ya era física y temperamentalmente como había sido su padre: un hombre tranquilo. Supe yo del “Sifonero”, de su manera de ser más por como era su hijo que por los innumerables comentarios que su muerte originó cual incomprensible asesinato.


Cuando le mataron Juana su mujer ya le había parido diez hijos : siete varones y tres hembras; y los dos últimos el mismo día del “alzamiento”, niño y niña;¿ iba el “Sifonero” ni tan siquiera a pensar en escaparse a los montes aunque temiese por su vida?; ¿y sin haber cobrar aun cuanto le debían por los bares y las cantinas?; ¿cómo iba él a dejar a su mujer y a sus diez hijos sin el dinero suficiente para sobrevivir aunque fuese por poco tiempo,¿ hubiese sido cristiano? Su hija- la mayor- ya había cumplido quince años y Paco estaba enfermo y el tercero pensaba escaparse; ¿pero él…? ¿Qué podía hacer él…? Nunca había manifestado ser de izquierdas ni de derechas y apenas de sí; tan solo era de su familia y de su negocio. Nadie sabía de él si había votado a Gil Robles cuando se anunciaba en los carteles electorales que iba a por los trescientos – ¿diputados…?- ó al Frente Popular… ¿Que no iba a misa los domingos…? ¡Claro…! ¿Y por qué iba él ir a misa los domingos si precisamente era cuando más sifones y gaseosas repartía y más dinero recaudaba para los lunes acudir al Banco a pagar sus letras…?¡Él solo era de su trabajo y de su familia…! Con muy poco dinero y muchas ilusiones había instalado en los sótanos de su casa una fábrica de gaseosas:(una máquina para embotellarlas y otra para rellenar sifones…) Había comprado un centenar de sifones y un millar de cascos de gaseosas y dos botellas de oxígeno y cuatro recipientes para elaborar jarabes y orgulloso de mismo y de sus logros comerciales trabajaba día y noche sin envidiar a nadie: ¡ en su”fábrica”…!


Me lo contaba Paco: que habían arribado una noche a la puerta de su casa junto a la carretera en una camioneta unos falangista que habían preguntado por su padre y que este les había salido a recibir con su madre y su hermana mayor y él mismo detrás suyo; que como habían salido a medio vestir y algo nerviosos ellos se habían percatado de inmediato que les inspiraban miedo y les habían pedido que se calmasen, que a su padre no iba a sucederle nada, que se terminase de vestir, que debía acompañarles a Palencia para testificar en un juicio y nada más, que volvería al día siguiente, a la hora de comer…


Que mientras su padre se había vestido y su madre y su hermana les habían preguntado a los falangistas sobre los motivos de ese viaje a esas horas de la noche y ellos les habían explicado que era por que tenían que llegar muy de mañana al Gobierno Militar, se había asomado él por encima de la caja de la camioneta y había visto en ella a varios hombres sentados y atados, con la manos a la espalda, y en silencio, y a un chaval que sollozaba junto a un falangista con el fusil entre las piernas. Y que él había sospechado de ellos, pero no en que le fuesen a matar; cuanto más que le llevasen preso y no se lo quisiesen decir; como a los demás de la camioneta…


Más que en cuanto su padre hubo regresado y se hubo subido a ella y porque ésta no arrancaba no obstante las muchas vueltas que le daban a su motor de arranque con una manivela y porque pasaban los minutos y a su padre le habían atado las manos a la espalda con una cuerda y porque su hermana y su madre y él se habían enfrentado a los falangistas gritándoles que su padre no era un criminal y porque habían aumentado los ruidos y los llantos y los alborotos y se habían despertado sus hermanos y habían acudido los pequeños en los brazos de sus mayores, llorando, y viendo como a su padre le impelían a sentarse y él se resistía y que les había pedido a los falangistas que le dejasen despedirse de ellos y no le habían dejado y había desaparecido de su vista, obligado a sentarse, entonces había sospechado Paco en el paseo de su padre al igual que de los otros, camino de Aguilar……


Y cuentan…Y me siguió contando cual se lo habían contado a él unos labradores de Nestar sin imaginar que un día él me lo contaría a mí, y yo a vosotros, en mi blog, que al finalizar de esa noche y aparecer su otro día en su caminar por las “lastras” para ir a labrar otros vecinos de su pueblo habían visto al Sifonero" y a los demás de la camioneta, muertos y esparcidos…Que se les habían acercado con mucho miedo pero que tras haberles reconocido habían escapado, al pronto; porque ya por aquellas noches de los paseos que se daban les sucedía a estas tierras de los “campos santos” sin tumbas ni cruces ni alegorías cristianas que las entenebrecían las neblinas y las revoleteaban los murciélagos y las visitaban los vampiros; porque ya de por ellas brotaban los demonios que las hollaban con sus pezuñas de cabra y las surcaban con sus arados romanos y las endurecían con las ruedas de unos carros cuyos ejes -de madera- lubricaban con jabón:¡porque ya eran de ellos y de sus ancestrales leyendas y tenebrosidades y maldades como individuos autorizados a matar; que se las habían adjudicado y hasta escriturado como de ellos en sus notarías del terror al arrebujo de los templos en que mercadeaban y de los que ya en una ocasión Jesucristo les había echado a latigazos; y nadie se las disputaba; porque ya las gentes de por este valle de Santullán que sabían de sus” lastras” y de sus hirientes pizarras negras, que habían sido teñidas con la sangre de algunos desaparecidos, atemorizadas, se negaban a reconocerlas antes de que cantase el gallo cuanto menos tres veces al día.


Cuando Paco me hablo de ellas, cuales habían sido antes de haber sido entenebrecidas y lavadas por los aguaceros de ocho años transcurridos, como de un camino de paso, ni a sus hirientes pizarras negras las agradaba recordar los crímenes que en ellas se habían cometido; ya a sus labriegos de por este valle se les había convencido -por su bien—de que se olvidasen del “Sifonero” y de los otros y de los curas de su entorno y de sus verdugos autorizados a matar y de todos sus muertos y desaparecidos en los preludios de una guerra en la que no habían podido participar mas en la que incluso se les había denominado represaliados del franquismo; algo que jamás hubiesen podido imaginar tan convencidos habían muerto-sin saber de Franco-de que habían sido asesinados por sus coetáneos los fascistas españoles como ya antes -y después- lo fueren sus homólogos antifascistas europeos en noches de los cristales rotos e ideológicas borracheras nazi-fascistas contra las libertades y las democracias y las igualdades sociales:¡ esta vez junto a la carretera que aun serpentea asustada vadeando por las “lastras” camino de Aguilar!


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¡Refugiados…!! Fue por aquellos días –¡y otros!- en que a los terratenientes y a los clérigos y a los caciques y a los aristócratas y a los adinerados y pudientes se les culpaba de cuantas miserias nos acosaban, que eran muchas; en que se luchaba más que nunca por las libertades e igualdades sociales y progresos culturales y económicos y por los derechos humanos y nuestros reaccionarios –ya históricos-nos enfrentaban como vecinos y amigos y familiares y conocidos ó desconocidos con sus añagazas y calumnias y mentiras y crucificados y demonios y santos y beatos ó despertaban a sus durmientes ó esgrimían-¡todavía!- sus derechos medievales.


En que apenas desmontados de sus viejas cabalgaduras ni se percataban de lo estúpido que era aferrarse a las clases ó castas de un pasado miserable,(¡ como todos nuestros pasados!), aun contando con las armas que les daban las creencias religiosas y los respetos y las costumbres y las tradiciones y los falsos patriotismos y los himnos y las banderas. En que sin imaginación alguna ni iniciativas empresariales ni individuales ni recursos financieros ni industriales ni comerciales ni innovadores y solo como señoritos parasitariosantirrevolucionarios y vagos en siglos de oscurantismos religiosos y privilegios hereditarios, se enfrentaban a los intelectuales y a las libertades y a los progresos en general y a los sindicatos obreros y a los partidos políticos y a las igualdades y a las ciencias y a las artes y a las inteligencias e incluso a sus“miserables” e indigentes conseguidos, ya explotados, regurgitando un anticristo amenazante, reclamando una cruzada.


Y se reaccionaba contra ellos y contra los poderes fácticos, que eran todos suyos, anticlericalmente; porque ya era la Iglesia quien más les defendía y nos enfrentaba a los españoles - religiosamente- y nos restringía en nuestras libertades y derechos y progresos incluso educacionales y sanitarios e higiénicos y en cuantas igualdades humanas se pretendían alcanzar; porque ya era sabido e incuestionable que en España e Italia y en Austria y en Polonia y en Portugal y en la Alemania del imperialismo Prusiano…y Vaticano, y donde quiera que la Iglesia se imponía se inmiscuía en los asuntos de los Estados y de las Constituciones y de los Gobiernos y en los ejércitos y en los nombramientos de los ministros y en los almirantazgos y generalatos, (ó no), y utilizaba a su Dios y a sus monarquías y sus riquezas y a sus creyentes y a sus acolitados militares y políticos y financieros- durmientesreligiosamente… –para imponer su dictadura,


Y fue por aquellos días en que al alzamiento aun no se le denominaba la “cruzada nacional” pero se la veía venir; y que a los republicanos y socialistas y anarquistas y comunistas españoles aun no se les denominaba los rojos” pero se les perseguía igual, e iniciaba una contrarrevolución pergeñada por el Vaticano desde hacía mucho tiempo -como en Italia-y su Iglesia se movilizaba para que en España no la sucediese como en Francia, que la separasen del Estado, y que se desproticaba desde los púlpitos y por donde se podía contra los padres que no bautizaban a los hijos y contra los novios que se casaban por lo civil y contra los matrimonios que se divorciaban y contra los políticos que no comulgaban-con ruedas de molino- y porque a las escuelas se las quitaban los crucifijos y porque a los curas- que los tenían-se les descubrían los trapos sucios y a los frailes se les obligaba a que vistiesen de paisano para enseñar a los niños, en fin: en que a los falangistas y a los requetés y a los militares y a los seminaristas y a una poderosa clientela de la Iglesia condicionada económica y religiosamente se la decía que llegaba un comunismo inexistente, en sus primeros pasos… y al que se apelaba con tambores y trompetas- a todo trapo- para que entre nosotros se multiplicasen los odios y las reacciones contra las igualdades sociales y los proyectos republicanos, culturales y educativos, y se desprestigiaban -como se podía- las reformas constitucionales:(¡ se evitaba que en España se alcanzase una democracia de verdad!)


Entre las esperanzas-inconfesables- y las añagazas propias de un fascismo larvado e imperialista que subsistía aun entre nuestros militares –profesionales- y caciques y terratenientes- que eran muchos- y quienes aun defendían las diferencias de “clases” y los oscurantismos religiosos y los absolutismos y las dictaduras, como la única forma de gobernarnos, se movilizaba media España contra las amenazas de un comunismo inexistente, imaginario, que jamás hubiese salido de su cascarón en nuestro país si ellos, inteligentemente, no le hubiesen utilizado como su arma antidemocrática más contundente al arrebujo de su poderío religioso y de sus guardias civiles y requetés y falangistas y un ejército africano encanallado y salvaje que avanzaba por el Oeste y desde el Sur y degollaba sin piedad y violaba y saqueaba para que se desmoralizasen quienes se les resistían:( experiencias bélicas que unos años después les servirían a los ejércitos alemanes para avanzar por los pueblos y las ciudades y las aldeas de los montes Urales y llegar hasta Stalingrado; en nuestro caso hasta Madrid).


Y fue por aquellos tiempos en que al poderío reaccionario de los generales españoles - aun intacto desde la dictadura del general Primo de Rivera-y al poderío reaccionario de la Iglesia Católica Apostólica y Romana y al poderío reaccionario de los imperialistas alemanes e italianos y de sus verdugos autorizados, los camisasnegras y los camisas pardas y los camisas azules,(en España), se les unirían los poderíos económicos de las monarquías europeas ya extintas y de las monarquías europeas aun en vigor, amenazadas, y el de un capitalismo de calcetín-el nuestro- y el de una industria armamentista alemana financiada por los judíos norteamericanos, y otros ….


Fue por aquellos días en que –entre nosotros- se les encarcelaba o fusilaba ó paseaba a los españoles que habían votado al Frente Popular ó no iban a misa, fuesen del color que fuesen, por su denominador común; en que se les buscaba por los cubiles y los sótanos y los desvanes de sus casas y las alcantarillas de sus pueblos ó por los caminos de sus montes escapando a sus verdugos, como revolucionarios; cuando mi padre, un hombre que jamás había dado una bofetada a un hijo y ya algo mayor para luchar por los frentes de guerra y que se había incorporado en Santander al batallón de los ferroviarios que construían el túnel de su estación del ferrocarril y cobraba ya un jornal, que la insistía a mi madre en sus mensajes clandestinos en que nos fuésemos con él a Santander,“aunque aquello se arreglarse pronto”; en que nos escapásemos de nuestro pueblo y de sus fascistas cada día mas peligrosos y porque estábamos en el medio de un posible frente de guerra en el caso de que ésta se generalizase y que entonces él mismo ó un amigo nuestros al que conocíamos como“el Negrete”, atrincherado ya como miliciano republicano desde los primeros días por entre las faldas del pico “Terena”, se haría cargo de nosotros, en Reinosa…


Pero mi madre se negaba a que abandonásemos nuestra casa y nos convirtiésemos en refugiados; argumentaba que debíamos continuar en ella para defenderla de los saqueos de los fascistas y de su posible requisa; argumentaba y argumentaba y era entendible que lo hiciese pero en realidad lo que pretendía era continuar en su pueblo:¡ en su casa!; porque hija de una madre que había fallecido desangrada en su último parto y antes de que ella aprendiese a andar, que ni recordaba las veces que había parido y de un padre que de inmediato se había vuelto a casar y la había dejado al cuido de sus hermanos y estos a su vez la habían colocado en cuanto había podido acarrear un cubo de agua, como “criada”: (desde los siete hasta los diez y ocho años, en que se había casado), ella siempre había anhelado una casa como la que entonces disfrutaba; una que apenas construida y terminada de amueblar y sentida como su verdadero hogar podía perder; por la que tanto había luchado como vendedora de pescados por los pueblos de nuestro entorno con un burro ó una cesta ó en nuestra plaza a la intemperie, sobre un banco de madera, soportando los calores del verano y los fríos y los vientos y las lluvias y las nevadas de los inviernos desde que tras la huelga general del año 1.917 a mi padre le habían despedido y que ambos habían sobrevivido a los cierres patronales y a las listas negras con que se les castraba a los sindicatos obreros, como vendedores ambulantes.


Era evidente que se aferraba a su casa soportando las amenazas y los registros y las incertidumbres sobre cuanto nos podría ocurrir en aquellos días de asesinatos impunes e individuos encanallados. En la que si nos acompañaba la justicia humana-sabíamos que la divina era de ellos- aun podríamos reencontrarnos con nuestro padre y con nuestros hermanos mayores; que si la abandonábamos, apenas estrenada y terminada de amueblar y sentida como nuestro definitivo hogar, el que mi madre y mi padre siempre habían deseado alcanzar nos la podían requisar. Se aferraba a ella y a su pescadería y al bar de mis dos hermanos saqueado ya una vez; pero… ¿y nuestras vidas…?


Y le sucedió a mi madre como a casi todas las mujeres de Barruelo con sus hijos mayores y maridos o novios ya escapados a Santander y a su provincia que en cuando mataron al “Sifonero” sus miedos a los fascistas se les multiplicaron por mil; que hubieron de decidirse y que optaron por abandonar sus hogares y hábitos y animales y bienes y comodidades; que decidieron escaparse con sus hijas e hijos más pequeños caminando tras de ellas y con sus bebés en brazos; que en su éxodo secreto de por las noches sin luna con sus familiares y amigas y vecinas se adentraron por los montes de las montañas hacia los pueblos del valle de Campó para amanecer por ellos en dirección a Reinosa:¡como refugiados…! Caminábamos entre los zarzales y los matorrales y los brezales y las sombras de la noche que a los niños nos parecían fantasmas, en silencio… Caminábamos con nuestras madres y hermanas y hermanos pequeños y nuestros miedos a tropezar y caernos y a llorar y a que nos oyesen los falangistas que nos estaban persiguiendo: (una hermana de mi madre que impelía a sus cinco hijas acallaba con sus pechos a su hija más pequeña).Escapábamos por los caminos de las cabras y auscultábamos las negruras y los ruidos y los silencios de la noche con los ojos muy abiertos y las bocas muy cerradas aunque nos golpeasen las ramas que soltaba el de adelante, porque, ¡ si habían matado al “Sifonero” a quien no podían matar...?



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Sin alma.-“Olvidar a los muertos es matarlos de nuevo; es negar la vida que ellos vivieron, la esperanza que les sostenía, la fe que les animaba”, dice el rumano Elie Wiesel, premio Nóbel de la Paz en 1.986, en su lucha contra el olvido de los campos de exterminio.


Ya habían transcurrido ocho años cuando Paco y yo recordábamos a nuestros conocidos y amigos y familiares asesinados por los fascistas; de cuando aun ellos no les decían “los rojos” pero les mataban igual: Adrián Fernández, Riloba, mi primo “Galo”, su padre… No a los asesinados por las bombas de los Junkers alemanes ó de los Fiat italianos en Santander y Durango ó Güernica u otras ciudades arrasadas en nombre de una cruzada sin alma y antes de que a sus habitantes les advirtiesen que venían a matarles el sonar de las sirenas ó el doblar de las campanas ó les sirviesen sus improvisados refugios-para salvarse; sino a los asesinados de inmediato por los fascistas sublevados por las calles y las plazas y los caminos y las carreteras y las cárceles y los calabozos de los pueblos y las ciudades cuales Burgos ó León ó Valladolid ó Palencia ó Salamanca, en su poder, desde el primer momento; ciudades que jamás fueron bombardeadas por los rojos porque eran tan de ellos como de todo el mundo por sus catedrales y sus palacios y sus plazas y sus calles y sus recuerdos y sus gentes:¡porqueellos jamás lo harían”!;porque estos jamás asesinarían a sus mujeres y niños y ancianos con sus bombas como hacían ellos por las otras en que sus criminales intentos contrarrevolucionarios habían fracasado:¡¡porque sabían ya de ellas y de los seres que las habitaban y de su Historia y monumentos y catedrales y calles y plazas y hasta de de sus piedras que eran patrimonio de la Humanidad!!


Ya habían transcurrido ocho años cuando mi amigo Paco y yo recordábamos a nuestros asesinados, no en las ciudades con las bombas nazi- fascistas para desmoralizar a los milicianos que se les enfrentaban por las montañas; para obligarles a que se rindiesen ó decirles que ni sus libertades ni sus derechos ni sus economías ni sus igualdades sociales merecían que a sus familiares y amigos y vecinos se les enterrase bajo los escombros de sus ciudades ó se les esparciese muertos, paseando por su puerto un día de Sol como en Santander:¡que ellos lo hacían… ¡ -


No recordábamos a nuestros asesinados en las diezmas que se llevaban a cabo por las plazas de toros para aclarar las filas de los rojos apresados por el glorioso ejército nacional y que se eliminaban porque eran demasiados para su control ni por las cárceles ni por los campos de concentración ni por las trincheras ó por los cielos ó por los mares sino junto a nuestros hogares; por nuestras ciudades y por nuestros pueblos grandes y pequeños y por nuestras aldeas; para aterrorizarnos y paralizar a los sindicatos obreros y a los partidos políticos y a los maestros de escuela y a los escritores y a los científicos y a los poetas y a los artistas y a los periodistas e incluso a los empresarios y a los burgueses y a algún clérigo antifascista:¡ a la Humanidad entera!:( un amigo nuestro- Nicasio Pérez-excarcelado porque estaba enfermo del pulmón y muerto a los diez y ocho años, tras haber luchado como pudo en España contra el fascismo internacional,(como después que él lo hiciesen millones de jóvenes por todo el mundo), nos contaba que en sus aburridos días de un reposo absoluto obligado ejercitaba su memoria y recopilaba datos y recuerdos y se informaba y confeccionaba una lista con los nombres y apellidos de los hombres y mujeres que habían sido asesinados en los primeros días del movimiento en Palencia y su provincia que, aun sin acabar, ya sumaba setecientos).


¡Había que matar…!!La consigna era matar y matar…!¡Había que aterrorizar para que no se reprodujesen los anticlericalismos -ya históricos- ni las revoluciones ó las huelgas y las manifestaciones contra las guerras coloniales y los antimilitarismos y los partidos políticos: ¡porque todos eran iguales…!(¿Os suena…?)Había que matar y provocar venganzas y enconamientos viscerales y proseguir matando y confundir para triunfar, porque, ¿quiénes iban a escribir la Historia si no era quiénes más matasen?


Había que eliminar a los demócratas ó republicanos ó progresistas ó revolucionarios, ó como quiera que se les llamase, por antifascistas y anticlericales:¡de una vez y por todas y para siempre…! Había que eliminarles para evitar que un día ú otro, tras unas ú otras elecciones, pudiesen excluirla a ella, a la Iglesia Católica Española de los presupuestos generales del Estado: (¡de verdad…!) Porque, ¿podrían ella y sus acólitos y sus creyentes concienciados y sus intereses creados continuar existiendo como una necesidad prioritaria para todos, algo así como el pan nuestro de cada día si se la excluía oficial y económicamente de la educación de los niños y de la formación de los universitarios,(no de las universitaria que no necesitaban ni pretendían necesitar), y de las selectividades y de las academias y de las promociones profesionales, civiles y militares y de los cargos públicos y de sus mangoneos administrativos en los centros hospitalarios y hospicios y manicomios y asilos y organizaciones caritativas? ¿Podrían ella y sus acólitos e intereses económicos aceptar, ni democráticamente, la pérdida de sus exenciones tributarias ó percepciones de entre el 15 al 20% de los presupuestos generales del Estado ó la pérdida de sus ingresos por sus bendiciones,oficiales”, públicas y privadas, ó por sus servicios bodas y los entierros y los bautizos y las inauguraciones comerciales e industriales ó rentabilidades económicas por sus influencias morales y culturales y políticas tras de los siglos y de las circunstancias adversas y favorables en las que ella y ellos y el Vaticano habían impuesto a los españoles- militar y clericalmente-como derechos inamovibles…?


Acosada por los agnosticismos y los razonamientos ateos y las competencias de otras religiones, cristianas y no cristianas y las ciencias y las artes nuevas y los movimientos filosóficos y los progresos industriales y los medios de comunicación y los cambios culturales y las libertades, ella, la Iglesia Católica, debía vencer a los socialistas y a los republicanos y a los anarquistas y a los sindicatos obreros y a los comunistas y a cuantos no aceptasen sus credos económicos y religiosos y políticos y culturales incluso recurriendo a sus durmientes, civiles y militares, para el exterminio de las libertades y de los derechos humanos; como ya había hecho ó consentido hacer en Italia y Austria y Alemania y Portugal: como lo haría por toda Europa tres años después. Debía imponerse de una vez y por todas a sus dubitaciones y enfrentarse a las democracias y a los progresos científicos y sociales y culturales porque estos la estaban arrinconando; incluso inquisitorialmente: ¡sumarse sin vacilar al posible triunfo de los fascismos en Europa!... Ya en otras ocasiones y en otros países había tenido que guerrear contra los progresismos y las igualdades sociales mediante sus infraestructuras religiosas,(en cuantos se había sentido amenazada),y había conseguido en ellos que con sus gentes y sus instituciones retrocediesen a sus pasados, incluso infamantes, social y culturalmente; sin que a ella-a la Iglesia Católica Apostólica y Romana -la hubiesen culpado nunca por haberlo hecho ni aun fracasando en sus intentos, oficialmente


Había que instaurar un sistema de Gobierno y de Estado al estilo del de Italia y Alemania que perviviese al menos durante cien años aunque hubiese que matar a la mitad de los españoles:¡ totalitario¡. Había que movilizarse social y militarmente y proclamar que llegaba el anticristo y martirizarse y envenenar a los creyentes contra los ateos-y a los ateos contra los creyentes- ¡religiosamente…!;porque, ¿si no se mataba lo suficiente y se toleraban las libertades y las igualdades sociales y las fraternidades y a los librepensadores y a los científicos y a los investigadores y a las culturas y a las inteligencias se les desvanecían los misterios y se averiguaban los orígenes del Universo y del hombre y de la flora y de la fauna y a las iglesias se las desproveía de cuantas verdades absolutas las permitían imponerse a los gobiernos,¿ qué podía sucederlas, que desapareciesen…?


Cuando Paco y yo en los años cuarenta recordábamos a los muertos que lo habían sido en los años treinta en los preludios de esta cruzada sin alma salvo en voz baja y en secreto nadie hablaba ya de los “escuadrones de la muerte” y los paseos que estos habían dado en sus camionetas requisadas por los pueblos de Castilla; ni se decía en las tertulias que habían sido los curas quienes con sus listas decidían a quienes se debía matar, cada uno en su parroquia … Aun no era prudente en aquellos años acusar de estos paseos a los “lobos” esteparios de por Castilla y León ni a los de ningún otro sitio autorizados a matar;,(¿lo es hoy…?).Porque sobrevivientes ó no a los avatares de aquella “cruzada”e inscritos o no inscritos en las cruces de los caídos ó ascendidos ó no ascendidos civil ó militarmente aun ejercían como “fuerzas vivas” por sus pueblos y sus ciudades en agradecimiento a sus muchos encargos ejecutados como fascistas: (que no franquistas).


Ya nadie les recordaba ó nadie se atrevía a recordarles a estos falangistas como los buitres aquellos que despiadados habían viajado tras de los moros del teniente coronel Yagüe ó de las brigadas gallegas del general Arana ó de los tercios de requetés del general Dávila hacia los campos de batalla como sus aves de rapiña, revoloteando sobre sus muertos o galopando como hienas hacia las ciudades que iban cayendo para cazar a los rojos de su pueblo, que se les habían escapado. Porque, aunque a muchos de nuestros jóvenes de hoy estas iniquidades les resulten inconcebibles- e incluso de una supina estupidez - ellos no mataban porque no supiesen defenderse argumentando sobre las ideologías fascistas sino porque se les fanatizaba en la creencia de que así salvaban a su patria y a su Dios y a su bandera y a sus tradiciones y a sus costumbres y a sus amos y señoritos, de siempre; porque estaban condicionados hasta genéticamente desde hacía siglos a que matasen por obra y gracia de una moral imperialista denominada cristiana: ellos y sus padres y sus abuelos, y tras el triunfo de ésta su última cruzada, hasta sus descendientes.


Ellos, cuales obsesos criminales buscaban a los rojos de su pueblo por las cárceles y por los calabozos y por las plazas de toros y por los campos de concentración para matarles porque así además se realizaban en sus hombrías, con sus camisas azules y sus correajes e insignias y medallas y machetes y pistolas y porque así triunfaban sobre quienes presumían de ser menos estúpidos que ellos y que sacaban y apaleaban y robaban y acuchillaban y hasta los arrojaban al mar.(1)


(1) Entre los cientos y quizá entre los miles de los desaparecidos así tras la caída del Norte, arrojados al mar por los acantilados de Gijón, puedo afirmar que lo fueron muchos de Barruelo y entre ellos mi primo “Pachin”-hermano de Galo-e igualmente Matías Lombraña, otro vecino nuestro que se escondió entre las rocas y sobrevivió apretándose las tripas con el cinturón de su pantalón tras haber sido arrojado hasta que sus asesinos se fueron y mi hermano mayor,-en sus mismas circunstancias-quien pudo escaparse de ellos cuando le iban a matar y lo relata en mi blog: leer”Mi hermano Agapito”


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Victimas colaterales.-Ya hacía años-y afortunadamente ello no hubo de sucedernos ni a mi madre ni a mi -que a los niños de los rojos, muertos ó presos ó exiliados ó desaparecidos sin saberse como, se les permitía, caritativamente, que trabajasen por las minas antes de los catorce años y a sus madres -no siempre-que escarbasen con sus azadillas por las escombreras de las minas a la rebusca del carbón que se perdía ó por las estaciones del ferrocarril entre las brasas que arrojaban los fogoneros de sus máquinas a vapor, a la búsqueda de sus gandingas:(A la viuda de un hermano de mi padre con tres hijos, asesinado por los fascistas en los primeros días del alzamiento, en Alar del Rey, y quedados en la más absoluta de las pobrezas, una de estas máquinas la cortó un brazo, escarbando…)


Ya hacía años que era muy positivo ir a misa los domingos cuando iban los caciques y los alcaldes y los jefes locales del movimiento y los directores generales de los bancos y de las empresas y los comandantes de los puestos de la guardia civil, cuando iban las fuerzas vivas; cuando se buscaba un trabajo ó aspiraba a un ascenso en el empleo ó para aprobar unas oposiciones ó para obtener una cama en un hospital ó en un sanatorio antituberculoso,(yo estuve en uno de estos sin ir a misa: había excepciones), ó ibas a la”mili”;por que era muy negativo no contar con algún amigo ó pariente militar ó falangista ó religioso que te recomendase para cualquier asunto, aunque no fuese oficialmente. Ya hacía años que a los prisioneros de guerra capturados en el caer de los frentes ó en el tomar de las ciudades por los moros y los legionarios ó en los juicios sumarísimos ó en las cordadas que a los requetés y a los falangistas se les permitían -tras la caída del Norte -para ajusticiarles a bayonetazos y arrojarles a la mar se les decía los rojos…Ya hacía años que a las tumbas de los cementerios “civiles” nadie las llevaba flores a la luz del día,por si acaso”; que nadie se detenía a fumarse un cigarrillo ante las fosas de los desaparecidos; que a los excarcelados ya no se les preguntaba por como habían sobrevivido en su último penal ó cuantos compañeros suyos esperaban aun en sus celdas ser muertos ó yacían por los patios de su cárcel corroídos por el hambre y la sarnas y los piojos, sin paquetes…


Ya habían transcurrido ocho años desde que habían asesinado al “Sifonero” y que a los republicanos españoles muertos ó exiliados ó presos no solo se les intentaba denigrar cuales” los rojos” aquellos de sus leyendas ya anteriormente al glorioso movimiento nacional, que incendiaban las iglesias y mataban a los curas y a las monjas y a los frailes y a los que tenían bienes se los quitaban para quedarse con ellos, sino que además eran unos brutos abyectos, que se emborrachaban y abandonaban a sus mujeres y a sus hijos y se jugaban el jornal a las cartas y hasta decían que el hombre descendía del mono:¡ que no creían en Dios;que se les denigraba como personas y que si oficialmente se les mencionaba era para decir que habían sido unos delincuentes! Nadie sabía de ellos entonces ni se les decía a los niños que habían sido la vanguardia de una “Humanidad” en marcha: (¡la del tren de Campoamor…!)


Ya hacía años que en las abundantes procesiones de nuestros clérigos y penitentes por nuestras calles a ninguno de ellos se le recordaba como habían sido en los primeros días del “levantamiento” aunque se reafirmasen en ello y en sus pecados y se flagelase con saña y se supiese que habían participado en las miserias de su país y en su destrucción y en sus masacres y propiciado un millón de muertes y miles de orfandades y desarraigos sociales y hogares destruidos. Ya hacía años que no se les creía a estos penitentes profesionalizados porque se sabía de ellos que no se arrepentían de nada; que ni los clérigos ni los militares ni los beatos que en las procesiones entonaban sus meas culpas, ni los escritores que escribían que hasta loscipreses” creían en Dios se arrepentían de haber participado,(¡eso si…,tan religiosamente como habían podido, en un genocidio!;¡ya a nadie se le estremecían los huesos cuando alguien le contaba- en secreto-que a uno de los”del monte”-de los suyos- le habían apresado y apaleado y matado a garrote vil , vengativamente…


Ya a los buenos y a los malos y a todos juntos se nos habían hundido tanto las conciencias bajo el peso de los crímenes y de las tragedias y de las miserias y de las infamias conocidas que en su repetirse, sobre los otros, no nos hacían mella; ya hasta nos parecía normal que en los desfiles por sus victorias; por los arrasadores bombardeos de sus “Junkers” y de sus “Fiat” a nuestras poblaciones civiles, nuestros curitas y frailes y hermanitas de la caridad y niños y niñas saludasen con sus banderitas y sus brazos extendidos a los aviadores alemanes e italianos, tan emocionadamente agradecidos como lo hacían nuestros obispos:¡ por cuantos hombres y mujeres y niños nos habían matado con sus bombas a los españoles, hasta de racimo…! Pero también ya hacía tiempo que a los fascistas italianos y a los nazis alemanes,(años más tarde convictos y confesos de lesa humanidad), no se les vitoreaba en los desfiles y procesiones como cuando se les vitoreaba tanto ó más que a los moros y a los legionarios y a los falangistas y a los requetés, como verdugos, (ó como martillo de herejes ),y a los “golpistas” como patriotas enmedallados y a los caciques como costaleros ó encapuchados ó crucificados, cuando los años treinta; que ni los obispo se atrevían a vitorearles ya tanto como habían hecho con sus brazos extendidos, por si acaso: (como cuando sus colegas los del Imperio Romano saludaban a sus centuriones); porque ya por aquellos días por los tejados de las incertidumbres bélicas peloteaban las pelotas de los aliados contra el Eje y por que se preveía que volverían los republicanos y por que el Vaticano se replegaba cuidadosamente hacia sus cuarteles de invierno.


Pero ni aun entonces, ni creyentes o no creyentes, le decían a la Iglesia Católica Apostólica y Romana-aunque esto si era sabido-que si ella lo hubiese preferido, que si ella se hubiese opuesto a los “golpistas”ó si ella hubiese aceptado a las izquierdas políticas como algo inevitables en España, en un país que rebosaba analfabetismos y miserias y que necesitaba un cambio, incluso clerical; que necesitaba incorporarse a Europa social y culturalmente y que contaba ya con el factor humano preciso para hacerlo; que si ella no se hubiese sumados a los fascistas, a los mismos que hoy se les dice franquistas, con armas y bagajes, religiosamente y antes y durante y después de esta guerra; que si ella no les hubiese secundado e incluso dirigido con sus experiencias y sus dineros y sus reclutamientos y sus conventos y sus clérigos y seminaristas,(¿cien mil…?),nadie, ninguna de las dos Españas hubiese sufrido por un millón de muertos y millones de infamias y de familias deshechas y de valores humanos malogrados entre marginados y perseguidos y escondidos y presos y expatriados y proscritos y hambrientos y enfermos y fracasados y prostituidos y por riquezas invertidas en materiales de guerra para chatarras y cientos de miles de nuestros compatriotas vagabundeando por el mundo sin poder volver a su patria durante cuarenta años:¡sin dejar de vagabundear!


Nadie se conmovía oficialmente tras de aquella cruzada sin alma por que en ella nos hubiésemos quedado sin idealistas y científicos y artistas y poetas y trabajadores cualificados y empresarios competentes y estudiantes y profesionales; con tan solo una caterva de estraperlistas y de individuos”vencedores” que se hacían ricos mediante importaciones oficiales en exclusiva e inconfesables permisos obtenidos, ¡porque habían triunfado…!.


Ya a los millones de los hijos de los vencidos, marginados, ni nos ofendían las estúpidas gallardías de los terratenientes ociosos o los vividores o los señoritos o los generales y coroneles y comandantes y capitanes enmedallados marcando el rumbo además del paso de más de medio millón de soldados en la “mili” pasando hambre y sin producir nada,(¿para qué…?)Ya a los trabajadores se les ignoraba porque trabajaban y a sus hijos se les menospreciaba entre los hijos de los funcionarios y los militares y los corruptos y los vividores profesionalizados y la burguesía, como de otra clase, porque el trabajo era evidente que era sinónimo de pobreza en una sociedad de vagos y de maleantes y el que trabajaba era por que no servía para otra cosa:(¡ ya nos habían dominado!)


Hasta ya avanzado los años cuarenta a ninguna de las muchas madres y esposas cuyas vidas habían sido destrozadas por los “escuadrones de la muerte”:(¡de su mierda de escuadrones!), ni sus vecinas más valientes ni sus amigas más cercanas o parientes se les acercaban a preguntarlas abiertamente por cómo alimentaban a sus crías, por si acaso… Era peligroso aun entonces acercarse compasivamente a las víctimas de los falangistas por que tan mezquinos e ignorantes eran e imbuidos estaban en sus hombrías cuales acólitos del poder que ostentaban que sus apagadas luces producían miedo; porque si se percataban sus visitas- que menudeaban- en sus alardes patrióticos de inmediato se atrevían a creerlas portadoras de las ayudas del Socorro Rojo Internacional :(¡otro condenado rojo…!)¡Y eran de temer…! Porque en su hereditaria vocación animal estos individuos no entendían ni de caridades cristianas ni de las otras, e ignorantes ignoraban de estas madres que aun sin hombres ni dineros ni ayudas de nadie -como Juana la mujer del” Sifonero”- en su luchar por sus crías entre albures comerciales y estraperlos con su cuévano a la espalda por los pueblos de Castilla no necesitaban ni a Dios…


Paco y yo caminábamos habitualmente a oxigenarnos por las tardes en que ni los fríos ni las lluvias nos encerraban en nuestra casa escuchando a la B. B. C. de Londres o jugando al ajedrez o porque nos aparecía el Sol…! Caminábamos a oxigenarnos por las afueras del pueblo, ya sin los humos de las chimeneas y las escombreras encendidas y los murmurios lastimeros de las gentes que nos observaban pasar cuales dos enfermos del pulmón, condenados a muerte.¡ Y nos lastimaban…!Escapábamos de las gentes y de nosotros mismos y de las tabernas y de los bailes y de los cines y de las pandillas de amigos y amigas que se alejaban de nosotros por que sabían de los miles de nosotros que a diario fallecían sin apenas haber existido excepto para sus padres y hermanos; víctimas colaterales de una guerra,(¿ ó “cruzada”?), ideada para el fracaso de las libertades y de las igualdades y de los progresos humanos y el triunfo de las hambrunas y las enfermedades contagiosas y la sarnas y los piojos y las sífilis y las corrupciones y de las ilusiones perdidas:¡ triunfante en sus designios cual los zarpazos de sus inhumanos aliados los bacilos de Koch: ¡su peste blanca!


Me rogaba Paco que no se lo contase a nadie, ni a sus hermanos; “porque ellos podrían verse obligados-algún día- a tener que convivir y hasta que emparentar con los asesinos de su padre”. Porque hubo en este lugar de minas de carbón y de barros y de escombreras y de huérfanos y de viudas y de encarcelados y de asesinados, no de elevados a los altares- que solo hubo uno- sino crímenes que no se contaron nunca salvo en voz baja. Porque ya por aquellos años a muchos de estos criminales que nos habían arribado en los primeros días del levantamiento, envenenados y vengativos, (¿de qué…?);“a por los rojos con rabos y cuernos que olíamos a demonios”,se les había premiado con un puesto de trabajo en la empresa Minas de Barruelo, S. A., ó ellos se habían establecido por su cuenta y avecindado entre nosotros con sus mujeres e hijos cuales personas respetables.


Porque incluso a los niños de los años treinta -mozos ya en los años cuarenta –se nos pretendió desmemoriar con los himnos y las banderas y los infundíos y las patrañas y las hazañas bélicas de unos individuos armados que se endiosaban en sus camionetas; de cuando éstos individuos nos llegaban cual libertadores y a los niños nos reunían en nuestras cocinas y nos conminaban a que cantásemos el cara al sol con el brazo extendido. ¡Por que por las noches nuestras madres se atrancaban con nosotros en los sótanos o los desvanes para aminorar sus miedos!


Aun nadie sabía de nada, o decía no saber en los sucesivos años a los años treinta del siglo XX, oficialmente, que al igual que a sus presos a los soldados españoles les mantenían sus familiares con sus paquetes:(hasta siete quintas juntas); que miles de niños y de jóvenes y de ancianos se morían de hambre, cada día; que los exiliados, si se confiaban y regresaban para rehacer sus vidas eran denunciados de de inmediato y se les encarcelaba y hasta se les fusilaba; que a los escondidos se les mataba en cuanto eran descubiertos;¡ que vivíamos la paz de los cementerios…! Años de prostíbulos que se instalaban industrialmente y de carteristas y otros delincuentes obligados a delinquir y de prostituidos hambrientos y de pulgas y de piojos y de ladillas y de sífilis y de sanatorios antituberculosos, sin penicilinas…


Ya avanzados los años cuarenta a los falangistas de los años treinta que en bandadas y borrachos y pendencieros nos habían arribado a Barruelo disparando por sus alcantarillas y por los ventanucos de sus cuadras y ventanas las casas cuyos habitantes se les habían escapado al monte nadie les recordaba lo que habían sido; ya ni ellos presumía de su alzamiento como en los gloriosos días en que habían procedido cuales heroicos cruzados del catolicismo español, desvalijando tiendas y viviendas y cantinas y bares, y que al galopar de sus desvencijadas camionetas requisadas por nuestras calles y plazas con sus vivas al fascismo y a Hitler y a Mussolini y a Cristo Rey, se anunciaban para las noches como “escuadrones de la muerte”.


Me lo recordaba Paco cuando ya al mío le habían conmutado sus dos penas de muerte y le habían condenado a treinta años y un día y a los tres años le habían soltado y le habían vuelto a apresar y otra vez a encarcelar, (durante ocho meses) y había vuelto a su pueblo en espera de poder recuperar su casa, requisada. Cuando ya mi madre y yo y una de mis dos hermanas habíamos regresado de Montalbán- Francia- con la ropa puesta- como habíamos salido de Barruelo y dejado en Bélgica- aislada por la invasión alemana- a nuestra hermana más pequeña, adoptada allí,(¿erróneamente?),por un matrimonio belga, sin hijos…Ya hacía tres años que mi madre y yo y mi hermana mayor habíamos terminado con nuestro periplo de cinco años de refugiados: primero como los de Barruelo, después como los del Norte y después como los españoles; que en ausencia de mis hermanos-Bautista en la mili, en las islas Canarias, tras haber sido excarcelado y Agapito en Francia, escondiéndose de los alemanes y de los gendarmes del gobierno de Vichí- y de mi hermana Avelina, en Bélgica, sin noticias; que tras haber sido acogidos caritativamente por nuestros familiares en Barruelo y haber recuperado nuestra casa, en su subasta, cuando por las ochocientas pesetas de contribución que mi padre- encarcelado- no había podido pagar iba a serle adjudicada- legalmente- al jefe de los falangistas que la ocupaba desde hacía cinco años-¡como botín de guerra…!, nos pareció a nosotros, los reencontrados con nuestro padre al cabo de cinco años en nuestra recuperada casa aunque sin camas ni mesas ni sillas ni bombillas ni dinero para comprarlas pero con él, aunque sin trabajo, y nuestra madre -ambos y yo- vendiendo pescados a la intemperie sobre un banco de madera en nuestra plaza ya acreditados como buenos pagadores ante nuestros proveedores de antes de la guerra y sin ninguno de nosotros muerto ó preso ó desaparecido ó pasando hambre, como casi todo el mundo, estar siendo en la España del fascismo una familia afortunada.


Fidel Maza Ibáñez.-(año 2008,Madrid.)