miércoles, 17 de octubre de 2007

jueves, 7 de junio de 2007

Año 1.934: la revolución de Octubre y sus circunstancias.

¿Por qué se hizo esta revolución? Podrá decirse que fue un error, un paso atrás en las reivindicaciones sociales cual se dijo de las huelgas generales convocadas por la U. G. T y el P. S. O. en los años 1.913 y 1.917; pero... ¿hubo alguna vez en alguna parte del mundo una revolución perdida?

“Cada vivencia es una enseñanza para el individuo; cada sufrimiento le ayuda en su avance consciente y así su vida se eleva desde los errores de la juventud a una claridad y comprensión mayores”: ( Stefan Zweig en “la tragedia de la falta de memoria”).

Porque como ciudadanos y asalariados e intelectuales y profesionales independientes y comerciantes y obreros sindicados y políticos de izquierdas enfrentados a los intereses hereditarios de una monarquía aristocráticamente parasitaria y clerical y corrupta y expulsada pero no muerta sino viva cultural e institucionalmente como de clases y castas, necesitábamos para existir como ciudadanos libres una revolución a la francesa, tan radical; aunque por evitarse hubiésemos aceptado ilusionados una República progresista y democrática e igualitaria, que debía serlo. Estaba ya tan arraigada y asumida como necesaria entre nosotros para enfrentarnos a las miserias sociales y culturales que nos envilecían desde hacía siglos y obligaban a sobrevivir emigrando que hasta los burgueses -de otra clase –cantaban “la Marsellaise”.

Esta revolución no había sucedido primero sin fusilamientos ni guillotinas, no obstante la tiranía de unos gobernantes de clase, vaga e inútil, que presumía de serlo y autodefinía con sus gritos de “¡viva las cadenas!” y ¡muera la inteligencia! porque pretendía deshacerse de ellos y de sus frailes trabucaires a quienes besaban la mano sin violencias, cual de sus capitostes religiosamente institucionalizados y conchabados para un Imperio hacia Dios con sus obispos y generales condecorados, que se enfurecían si les quitaban sus guerras ….

Social y culturalmente estábamos más cerca de África que de Europa y por allí aun no triunfaban las revoluciones…Para entenderla como la evolución natural de un pueblo que pretendía desligarse de los tiempos en que a sus obreros los apaleaban sus amos –que no empresarios- y encarcelaban y hasta fusilaban por los derechos divinos que les otorgaban sus clérigos y militares cual fuerzas vivas, cabría preguntarnos por cuantos idealistas y libre pensadores u obreros fabriles o campesinos o mineros con inquietudes y funcionarios y letrados y analfabetos y maduras e inmaduras gentes de entonces la hubiesen deseado cual la rusa o la francesa, para triunfar; que la hubiesen apoyado contra el auge del fascismo que avanzaba por Europa y por nuestro bienio negro y nos obligaba a deambular por los caminos sin trabajo y a escondernos de los guardias civiles en nuestras huelgas reivindicativas, por comer…

Contaban ya en su bagaje de enemigos al acecho y desde antes de que estallase, con una contrarrevolución fascista organizada por el Vaticano y el capitalismo europeo y el nuestro que lo era de calcetín fiel a sus ineptitudes y falta de imaginación despreciaba a nuestros obreros y campesinos y a los empresarios que no heredaban, cual nuevos ricos, únicos en producirles algo tangible desde que en sus imperiales dominios se les ocultase el Sol.

Nuestra Republica había querido traspasar los Pirineos sin fusilamientos ni guillotinas y no lo había conseguido. Denostada ya en su nacimiento como una aberración por nuestros obispos y curas y frailes y monjas y caciques y monárquicos agazapados, fallecía…Y debía evitarse. Acosada física y moralmente por cuantos creyentes y clientes aun había esperanzados e impregnada sine quo de un ateísmo expansivo, científico y liberal, pero agarrotada por cuantos clérigos traficaban por sus diócesis con su religión a cuestas y la vendían como el opio del pueblo, y lo incierto de su porvenir, ( y el nuestro), solo nuestros campesinos sin tierras y obreros sindicados y Casas del Pueblo y juventudes socialistas y anarquistas- los comunistas aun no contaban- podían salvarla.

Había sido una sublevación militar fracasada (¿), la del general Sanjurjo el 10 de agosto del año 1.932, (un tanteo contrarrevolucionario para valorar si su momento era llegado) quien confirmase a las Casas del Pueblo y sedes del Partido Socialista Obrero y la Unión General de Trabajadores en su temor de que la II República desaparecería pronto, como la primera, sin haberse aun enfrentado a las desigualdades sociales, por clases; en cuanto la C. E. D. A. alcanzase el poder ya que los obispos jamás aceptarían la separación de la Iglesia del Estado y de sus presupuestos ni tampoco unas leyes que en su futuro los arrumbasen –cual la educación laica- en la selección y promoción de nuestras elites gobernantes, políticas o militares…, sin despertar a sus dormidos:(como hicieran dos años después).

…Y obligados por estas circunstancias que es preciso recordar para que no se olviden progresistas e idealistas y nuestros obreros fabriles y labradores sin tierras que labrar y mineros inhumanamente explotados, asturianos o leoneses o palentinos pero sindicados, se enfrentaron con sus escopetas de caza y cartuchos de dinamita a su explotación caciquil, obtusa e ignorante cual la del hombre por el hombre en sus formas de ganar dinero; un caciquismo cerril que les impedía progresar social y culturalmente y se alimentaba de sus miserables feudos y trapicheos y consolaba… “viendo a otros más pobres y miserables que él comerse las hierbas que él arrojaba”.

Porque no sufrimos entonces el episodio de una represión cruenta por el fracaso de una revolución comunista perseguidora de vidas y haciendas y clérigos y aristócratas y creencias religiosas- como después se dijo- sino el más trágico de los hasta entonces sufridos por nuestros afán de subsistir:( sin fusilamientos ni guillotinas…)

Tras de aquella intentona golpista o Sanjurjada-como se la llamó- en el año 1.932, fue entendido por cuantos quisieron entenderlo que al igual que en Italia y en Austria y en Alemania en España afloraba una dictadura fascista capitaneada por nuestros clérigos y militares e hijos del pueblo subvencionados y apañados como fuerza de choque para que nos matásemos entre nosotros mientras ellos se organizaban; salvo que pudiese evitarse con una revolución social. Se entendió ya decidido por la C. E. D. A. desde que en Las Cortes se aprobase la separación de la Iglesia y el Estado y sus curas y beatos y terratenientes y caciques y somatenes y obispos y generales y acomodados y dormidos se despertasen por este evento y el doblar de las campanas en todos los campanarios contra el virus incipiente del comunismo devastador –que les nacería como bandera-para dejarnos sin bienes ni costumbres ni respetos ni moralidades ni tradiciones ni creencias, sin más; contra un ateísmo de demonios endemoniados con el anticristo incluido y mintiéndonos para ocultarnos la realidad de una improductividad económica ya ancestral y supeditada a los intereses inconfesables de clérigos y militares en sus guerras coloniales.

Esta revolución precipitada, (?) fue entendida como necesaria por los socialistas y sindicalistas españoles-no todos- acuciados por las decisiones de gobiernos cual el títere de Ricardo Samper que les cerraba sus casas del pueblo y encarcelaba en las huelgas; fue asumida como urgente para escaparse de un fascismo que avanzaba y temiendo que les sucediese igual que a los socialistas austriacos, por indecisos: aniquilados en una matanza ordenada por el Canciller Dollfuss con el apoyo del hijo predilectos de su Santidad el Papa, Benito Mussulini. Se enfrentaron en octubre del año 1.934 a sus verdugos cual lo hicieron dos años más tarde el resto de los demócratas españoles, progresistas y antifascistas, y se estrellaron contra el muro de la insolidaridad obrera circundada en esta ocasión por la quiebra de una economía europea supeditada a la Norte Americana y al avanzar de los fascismos universales: religiosamente conducidos por sus clérigos y caciques y militares hacia sus imperiales designios… Fueron apaleados y encarcelados o muertos víctimas de sus razones; pero si hubiesen triunfado-como se entiende ahora que se triunfa, aunque lo hicieran alertándonos a todos los europeos sobre lo que se veía venir,¿cuántos millones de muertos y millones y millones de miserias nos hubiesen evitado?...


1º.-Porque además, estos “rojos”y “ateos”y”demonios con rabo” habían interpretado ya como una amenaza el mensaje que el Presidente de la República Alcalá Zamora les había enviado negándose a firmar la Ley de Confesiones y Congregaciones religiosas y que solo firmó cuando se vio obligado:( y por esta causa retiró su apoyo al gobierno de Manuel Azaña).

2º.-Porque el triunfo de los partidos de derechas en noviembre del año 1.933 con la consiguiente puesta en libertad del general Sanjurjo había permitido una Ley por la que se restituía al clero el derecho a cobrar los dos tercios del sueldo que percibían del Estado, cuando la Monarquía.

3º.-Porque la hostilidad de la Iglesia justificada o no hacia la Republica era mayor cada día y se manifestaba abiertamente desde los púlpitos y las pastorales de los obispos: (siempre unidos ideológicamente a los autócratas y aristócratas exiliados, financieros influyentes, caciques y militares).

4º.-Porque los laudos de los jurados mixtos que se prodigaban y crecían como las hierbas –malas- siempre eran lesivos para los intereses de los obreros.

5º.- Porque se había paralizado la reforma agraria y el campesinado pobre sin trabajo se moría de hambre.

6º.-Porque toda una derecha reaccionaria de oportunistas que se decían republicanos orquestaban las calumnias y mentiras que se inventaban contra. el prestigio republicano y afirmaban hasta el absurdo de haber sido Manuel Azaña quien ordenase a los guardias de asalto-como Jefe del Gobierno -que disparasen a las barrigas de los revolucionarios anarcosindicalistas muertos en Casas Viejas…

7º.-Por que nuestros caminos y carreteras se habían llenado de parados que deambulaban buscando trabajo víctimas del cierre patronal que se había autorizado para impedir sus huelgas y existían regiones como Las Hurdes donde el raquitismo crónico diezmaba a sus habitantes.

8º.-Porque la mortandad infantil era una epidemia y no había existido nunca asistencia médica para quienes no podían pagarla ni pensiones de invalidez o jubilación o ayudas a los ancianos excepto cuando “caritativamente” se les conducía a los asilos y en ellos se les marginaba.

No había ni hospitales ni vías de comunicación ni embalses de agua ni regadíos y los mendigos hasta se profesionalizaban. No había enseñanza pública; no había escuelas en la mayoría de los municipios: éramos un país de miserables con más de un cincuenta por ciento de analfabetos y a los maestros de escuela se les compadecía por el hambre que pasaban.

Todas estas carencias nos mantenían en la Edad Media y lo muy poco que existía social y culturalmente, público y privado, estaba regido por un clericalismo pernicioso que se negaba a consentir gobiernos que no fuesen manejados por ellos. ¿Que otra cosa se podía hacer cuando tanto cerrilismo todopoderoso se negaba a que evolucionásemos y pretendía que retrocediéramos-¡otra vez…!- a una Monarquía clerical?

Existía toda una política henchida de represalias y resentimientos y era fácil adivinar, si esto sucedía cuando en el Gobierno de Lerroux solo había un ministro de la C. E .D. A., como iban a ser tratados los socialistas en cuanto Gil Robles su jefe y jefe de la mayoría parlamentaria accediese al poder.

¿Que podía esperarse de este líder de la derecha española que en aquel mismo verano había visitado en Viena al funesto Dollfuss, un fascista que pocos meses antes había consumado una matanza de demócratas socialistas en Austria e impuesto un Estado Corporativo en ella, copiando al italiano?

Parece evidente que esta revolución mal llamada “de los mineros asturianos” por su mayor implicación y por que así se la minimizaba, fue organizada en su proyección nacional urgentemente por los socialistas y los anarquistas para evitar que se produjese un asalto al poder de los fascistas y filo-fascistas desde el poder mismo; por que no se ignoraba que desde el año 1.933, cuando los nazis alemanes habían alcanzado triunfar, existía un proyecto de alianzas para los Estados del sur de Europa denominado”antifrancés”y patrocinado por la Santa Sede y el capitalismo europeo que obligaba a la C.E.D.A. y a sus generales y obispos a reaccionar contra la irreligiosidad que se promocionaba antes de que esta alcanzase a la educación de nuevas generaciones, como en Francia…

Este intento de evolución llamado revolución fue inevitable- o creyó serlo- por el creciente absolutismo de nuestras clases y castas y sus gobiernos títeres pero además porque si continuaban gobernándonos cual contrarrevolucionarios sin revolución alguna e inquisitorialmente eran capaces de retrotraernos a la Edad Media.

Para los sindicatos socialistas ilegalizados con la ilegalización de sus huelgas era evidente por las prisas que se daban las derechas en armar a sus somatenes y falangistas y carlistas y juventudes católicas, cual poder añadido al de sus militares y guardias civiles, que ya les estaba cercando una dictadura fascista, a la italiana; perseguidora y asesina al igual que la austriaca donde una decisión armada socialista había resultado inútil, por lo tardía o la alemana donde ya estaban siendo eliminados cuantos socialdemócratas declaraban serlo, democráticamente… Y optaron por defenderse, atacando.. .

Pero no obstante su “fracaso” tuvo efectos positivos: gracias a ella y a sus inhumanos apaleamientos y encarcelamientos y arbitrarios asesinatos en los cuarteles de la guardia civil- nadie podía imaginarse lo que nos sucedería después- cual fue el asesinato a culatazos del alcalde de Barruelo de Santillán, Francisco Da Pena, que solo había intervenido en esta revolución para evitarla en su pueblo, hubo millones de españoles que supieron de la amenaza del fascismo internacional y volcaron sus esperanzas en vencerle diez y seis meses más tarde electoralmente, en un Frente Popular; pero…

Sabido es ya que no existen verdades absolutas y más que entonces pudieran existir; pero en el año 1.934 los creyentes católicos alardeaban de ellas por el simple hecho de creer en Dios: ¡era su única razón para todo…! (Y cito a José Mª Espinosa, doctor de Historia Contemporánea, Universidad de Deusto):

“La obsesión anticomunista del Vaticano tuvo como consecuencia la aceptación de los regímenes fascistas como barrera y mal menor ante el avance del proletariado, definido siempre como ateo y enemigo de la Iglesia”.

En las “casas del Pueblo”-socialistas- cuando en la España de entonces había pastores que ganaban “un duro al año” y al “Piyayo a chufla se lo tomaba la gente”y a los niños de doce años se les mandaba a las minas a trabajar y a las niñas a servir como criadas sin sueldo si podían con un cubo de agua; cuando en el campo se utilizaba a los niños y a las niñas como motriles sin escolarizar; siendo ya la cantera del mundo en misioneros y monjas y frailes, entre sus militantes y afiliados y sindicatos en la U.G.T. y cuantas personas humanitarias había se “soñaba” con los derechos humanos; se revelaban las conciencias por los crímenes sociales que se cometían y se entendía que era ya urgente una verdadera revolución, como la de otros pueblos, para que tuviésemos libertades y progresos.

Nadie debe extrañarse ahora si algo sabe de entonces y de cuantos reaccionarios había social y culturalmente afianzados, que en sus últimos días Francisco Largo Caballero se arrepintiese de haber gritado ¡República…!¡República..! y no ¡Libertad…! ¡Libertad…! A la Monarquía española no la había sucedido una Republica a “la francesa” como la habían soñado nuestros sindicatos obreros socialistas y verdaderos republicanos-que de todo había: la Iglesia Católica española obedeciendo al Vaticano y más papista que el Papa no se lo había consentido. ¡Nuestra República era una parodia…! Seguíamos condicionados a la explotación obrera cual siempre habíamos estado bajo el poder político clerical-más que religioso- que nos gobernaba y se negaba a dejar de hacerlo.

Y vuelvo a citar a José Mª Espinosa:

“Esta generación no había enarbolado la apología de la fuerza y la milicia como nunca antes se había hecho en España sino todo lo contrario, se rebelaba contra los militarismos históricos, clericalismos e imperialismos basados en la fuerza bruta imperante desde siglos atrás”.

Porque con el advenimiento de la II República y no obstante los derechos alcanzados en una nueva Constitución en la práctica clérigos y caciques apoyándose en sus somatenes armados, guardias civiles y militares nos impedían todos; no se contaba con nuestros derechos constitucionales más que se contaba con nuestros primeros cementerios civiles autorizados y poco usados para no ser marginados en ellos religiosamente, hasta después de muertos. Debía serse muy íntegro y valiente en defensa de principios agnósticos o ateos para aceptar ser enterrado en un cementerio diferente al de nuestros allegados y amigos;¡fuera de nuestros muros municipales seculares como individuos apestados y diferentes por aborrecer a los curas!

Y en consecuencia existía la “otra España”, ésa que tanto amenazaba a nuestras costumbres y tradiciones y culpaba a los curas y frailes de nuestras miserias y hambres si se incrementaban.

En algunas actas de las reuniones y asambleas del P. S. O. y “casas del pueblo”, puede leerse que a sus correligionarios se les prohíbe asistir a los actos religiosos, bodas, entierros o bautizos…”salvo compromisos ineludibles”.Y aunque en estas asambleas y reuniones jamás se discutía sobre la existencia o no existencia de un Dios y a sus socios se les respetaba en sus creencia, ¿ quiénes eran siempre sus enemigos políticos y sociales y hasta laborales sino sus beatos y cura del lugar?

Cuando la Monarquía; cuando la dictadura del general Primo de Rivera, tras la cual empieza a vislumbrarse la posibilidad de una republica democrática y esta es atropellada continuadamente con su Constitución por los sucesivos gobiernos títeres clericales disfrazados cual el de Ricardo Samper, ¿quiénes poseen o creen poseer el “derecho moral” de impedir hasta por la fuerza si es preciso que los sindicatos obreros de izquierdas o derechas o socialistas o anarquistas o separatistas cambien su “orden establecido”, democráticamente…?¿Quiénes creen ser o en nombre de qué derechos por creencias o clases o tradiciones o costumbres pueden ellos mismos autorizarse a soterrarnos como ciudadanos mediante calumnias y mentiras y la contrarrevolución fascista que pudieron evitar y no evitaron y propiciaron y nos arrastró a una sangría nacional de más de millón de muertos y de millones de vidas truncadas sin conocer nuestro progreso social?

Alguien me pregunto una vez en mis principios de militante socialista en el P. S. O. E. y la U. G. T. y pegando carteles, en Madrid, que de donde venía…Y yo creí que me preguntaba por mi ideología de antes de militar en éste partido y sindicato… Y estando ya en el año 1.976 y sorprendido y desarmado en mi memoria por cuarenta años de franquismo no acerté a responderle entonces; pero debí haberle explicado para que me entendiera:

-Nosotros, hoy hombres de izquierdas y niños en los años treinta,(aunque haya excepciones), no procedemos ideológicamente de ningún activismo político o sindical o social…Venimos de una situación caótica, de una España tercermundista en la que el oscurantismo religioso nos impedía crecer con aspiraciones sociales:(yo solo pude ir desde los siete a los nueve año a la escuela municipal de mi pueblo).Venimos de unos tiempos históricamente empobrecidos por las instituciones; de una España de pordioseros por los caminos, ciegos y tullidos abandonados y ancianos que pedían limosna: de un lugar donde no existían los derechos humanos.

Los hijos de quienes no iban a misa o de quienes sí iban a misa; de republicanos progresistas o conservadores reaccionarios u otros partidos políticos de izquierdas o derechas; los hijos de todos carecíamos de medios para estudiar o aprender un oficio o luchar por nuestras aspiraciones personales si en nuestro país la Iglesia era apartada del Estado; si no se la arrumbaba de una u otra manera en sus hegemonías educativas y culturales y económicas basadas siempre en su hecho predominante y fines que nos clasificaban cual creyentes y no creyentes y dividían y trataban como tales:

“Tiranía clerical o democracia republicana”; este es el título de otro articulo publicado en “Vida Social” en el año 1.933, un periódico semanal de Barruelo de Santillán, adherido a la U. G. T.

”Mientras en otros países la actitud de los católicos es de transigencia y comprensión del momento histórico que vive la humanidad, en el nuestro son los católicos precisamente quienes se oponen a toda renovación liberal y democrática. Los belgas y alemanes han formado en diversas ocasiones parte de gobiernos de coalición con los socialistas y dado en dichos gobiernos la nota liberal sin que jamás fuesen un obstáculo para llevar a efecto reformas sociales beneficiosas para la clase trabajadora y aunque ellas perjudicasen al capitalismo; pero en España ocurre todo lo contrario: el troglodismo más primitivo halla su eco entre las gentes de la Iglesia”.

En la España de los años treinta cuando ya en Francia existían carreteras asfaltadas que llegaban hasta los más remotos caseríos nuestro pueblos y muchas de nuestras ciudades se comunicaban por sus caminos de barro: África empezaba en los Pirineos.

Pero de hecho ya en el año 1.923 Alfonso XIII había sido definido por Pío XI como “el primer católico, el más sincero, el más entusiasta…Siempre dispuesto a ofrecer su sangre por Cristo y por el Papa”. Este pontífice, elegido en el año 1.922, consideraba a Benito Mussolini “un hombre providencial”.

Y desde entonces el clericalismo español había optado por dar su apoyo total a la marea nazi-fascista que avanzaba por Europa y conseguido que los muchos intereses creados durante siglos por su integrismo se uniesen en la C. E. D. A., para una dictadura fascista: (Que obligó y dio origen al Frente Popular porque en Alemania el nazismo ya se había afianzado y el imperialismo italiano abrazaba hasta la Abisinia.)

…Pero que nadie, cuando escriba o comente esta revolución fracasada en el año 1.934 pero triunfante hoy, lo haga ¿ ignorando...? que el hombre vive en sus circunstancias; como ignora un tal Pío Moa en un libro que titula “los orígenes de la guerra civil española”y afirma que tuvo lugar cuando tal o cual persona o tal o cual partido o sindicato la decidieron y vierta sus estúpidas acusaciones intentando hacernos olvidar que los verdaderos orígenes de nuestra incivil guerra y su cruzada estuvieron en nuestra histórica y miserable situación desde antes que en nuestros dominios se ocultase el Sol; que sin este caldo de cultivo, ya añejo, ni líderes ni organizaciones obreras ni carismáticos individuos hubiesen movilizado a nadie sin contar primero con las injusticias y los abusos y los despertares ciudadanos que en el siglo diez y ocho motivaron la revolución francesa.

…Y digo yo, como dice Stefan Zweig: “Cuanto se escribe aderezado con mezquinos intereses puede hacernos caer, “en la tragedia de la falta de memoria…”



Fidel Maza Ibáñez
Año 2.007, Madrid.

jueves, 22 de marzo de 2007

EL RIO REPUBLICANO.- (Un relato alegórico en memoria de Francisco Largo Caballero.)


Había una vez un río que nunca llegó a ser grande. Y no le sucedió al nacer allá por la Sierra de Ijar en la Península Ibérica que lo hiciera inadecuadamente, sino todo lo contrario, había escogido para manar una hondonada muy verde entre peñas y robles y avellanos y sombras que invitaban a las truchas a jugar al escondite:(¡Y jugaban…!)

Mas… apenas había abandonado su cuna y contento serpenteaba y descendía y saltaba entusiasmado hacia un pueblo cuyas gentes atraían a los ríos con loas a las libertades e igualdades sus cuadras le vertían las heces: le cagaban y le meaban.

Pero él continuaba bajando y no obstante su envilecimiento humedecía las raíces de unos bosques que eran suyos, sus anhelos; reverdecía las impenetrables frondas por donde mozos y mozas se ocultaban para sus desahogos sexuales y fríos manantiales protegían sus berros; permitía a los chavales bañarse en calzoncillos o con el culo al aire y arreciaba en sus crecidas animado por los muchos arroyuelos que le acaudalaban cuando en un recodo del camino era asaltado por los escombros rodados de una escombrera muy alta, mástil y bandera de un gigante económico negro al que llamaban Carbón: la de su pozo Peña Corva.

(-Y para un mejor entendimiento: Junto a las vetas del carbón de piedra discurren otras igual de negras,- piedras - que no arden en los usos domésticos y se apilan junto a los pozos de extracción cual inútiles montañas de escombros que lo ennegrecen todo: bosques y ríos, pueblos y valles).

….Y escriben y cuentan que pudo haberle escrito Cide Hamete Benengelí -autor arábigo y manchego y nunca visto- asemejándole en sus tropiezos a los sufridos por un tal don Quijote de la Mancha y su escudero en sus albores y escapadas cabalgando juntos por diferentes causas:

-“Traspasado que hubieran las aguas de este río a la gran montaña de escombros avezados en el arte de ennegrecer paisajes y ahuyentar pájaros y entristecer alegrías e intentaran detenerlas; arribadas que hubieron a un lugar conocido como barruelos por el color rojizo de sus muchos barros desde antes que los ennegreciesen los escombros y los ciscos y los humos de su carbonífera industria, ya no saltaron por entre las peñas para salpicar avellanos sino se hicieron receptoras de las muchas inmundicias que por el lugar había y hubieron de aceptar que“navegasen”por ellas o estancaran en sus remansos durante noches y días y semanas y meses desde orinales viejos y palanganas descascarilladas hasta apolillados colchones de lana; que las atemperasen los gatos y los perros muertos ya hinchados y las ratas nadando como peces y saltando como ratas pero al vuelo como aves atrapasen, barridos o baldeados, cuantos despojos de animales sacrificados arrojasen por la trampilla del matadero municipal que en este lugar vertía sus matarifes y carniceros:( pezuñas y cuernos rotos y vientres despanzurrados y mierdas ensangrentadas).”

Y fue de este modo y por razones tan afines que no se explican sin ascos ni eufemísticamente escribiendo, tan viles y repugnantes fueron, que en las riberas de este río de idílicas aguas republicanas trastocadas y preñadas de ilusiones proliferaron cual los hongos venenosos y las ponzoñas y los mejunjes entre los clérigos y los boticarios los correajes abrillantados y las camisas ensangrentadas; añagazas y pistolas y puños y mitos y leyendas y odios y desamores y mentiras y calumnias y cruces enfurecidas asidas por las peanas; que a sus frescas y tricolores flores republicanas las invadieron ya azules o negras o pardas las buscadoras de imperios y ajadas y escarnecidas o muertas y olvidadas o recordadas desaparecieron entre sus botas, como las flores del mal…

Y se seguiría escribiendo:

“Se amalgamaban por sus orillas bajo carteles escritos que en los basureros decían prohibido tirar basuras objetos entre sí extraños cual somieres desvencijados y pancartas destruidas y paraguas sin varillas y cascotes de albañilerías y botellas rotas y latas vacías y cenizas ya apagadas y era entonces y solo entonces y si a las nieves en sus apogeos las apetecía deshelarse y convertirse en trombas y bajar por los barrancos y destrozar arroyos, que a su encuentro se estremecían y mimetizaban como basuras y desaparecían hasta aparecer fangosos por nuevos andurriales”

Y se dijo de estas aguas por este río-que yo recuerde; cuando ya habían sido ennegrecidas y espesadas por las muchas clerecías de un entorno que se empecinaba en desviarlas hacia otros cauces:

- “Desconsideradas que fueran hasta con ellas mismas por las muchas suciedades e inmundicias y alcantarillas que debían sanear,(¡y por no hacerlo…!); conducidas y canalizadas y apresadas en estanques de hormigón recibían sobre sí volcadas cuantas toneladas de carbón de piedra se extraían por las entrañas de estas montañas y las allegaban desde los tajos por rampas y pozos y galerías y rieles en trenes de vagonetas que arrastraban renqueantes mulas ciegas y maquinillas a vapor o troles para lavar y almacenar mojado cual cieno combustible su polvo denominado islán”.

Y se seguiría contando:

“Había batallado mucho y había avanzado muy poco; por los escombros y las basuras que le habían arrojado aristócratas y burgueses, militares y religiosos cual poderes gobernantes. Había crecido apenas entre mitos y tradiciones y costumbres y leyendas y elucubraciones y sentimientos e intereses religiosamente politizados y militarmente defendidos. Había aprendido por experiencias republicanas, triunfantes o fracasadas, de hereditarias monarquías resurgidas - divinas- en sus privilegios y clases y castas por no haber desaparecido físicamente: ¡pero no, él había preferido ignorar las cruentas experiencias…!

Había optado (?), excepto cuando el raquitismos en Las Hurdes -que sí lo hizo- por no responsabilizar aun más de lo que ya habían sido, por las evidencias, a los cuatro poderes patrios cabalgando cual jinetes del Apocalipsis en sus gobiernos de turno y corrupciones y atropellos e inmoralidades e injusticias y represiones sangrientas y hambrunas y analfabetismos e ignorancias y atrasos generacionales y niños sin escolarizar, cual pilletes, mendigando para ahuyentar su hambre, como en los tiempos de Murillo; pandemias y epidemias y faltas de sanidad. Confiar en que algún día incluso inteligentes y al azar y en contra de sus principios aristócratas y burgueses y clérigos y militares prefiriesen asentarse y especular en libertades e igualdades y fraternidades, democráticamente¡¡ pero no…!!(”Se equivocó la paloma: creyó que el mar era el cielo y la noche la mañana…Se equivocaba…”)

Tan acogotado y cansino estaba, tan atropellado y espesado e incomprendido, que ya no pudo reaccionar -o no quiso- cuando una última escombrera religiosamente erguida contra el laicismo en las escuelas y en su porvenir quiso deshacerse de él de una vez por todas movilizando a sus durmientes y despiertos y acomodados: generales y obispos y aristócratas y banqueros y aburguesados y requetés; curas y frailes y monjas y caciques y terratenientes y fascistas predestinados a su condición de verdugos, (falangistas);con tan persistente furor en su repicar de campanas y arrebatos para abrojos e intelectuales yermos y escombreras encendidas que logró en sus alcances anular en su importancia a las otras explosiones más patrióticas y más fascistas y más aniquiladoras de individuos y libertades y principios y propósitos y razones jamás habidas en país alguno; tan destructoras y salvajes y efectivas en los exterminios de sus pueblos y ciudades con sus hombres y mujeres y niños dentro que nadie osara aun hoy en día y desde entonces preguntarle por anhelos y esperanzas: ¡abortadas…!

Y fueron varios los autores de relatos cortos y entendimientos iguales y vicisitudes extrañas y democracias y libertades nonatas y entusiasmos y encantamientos fortuitos que en su desenlace le asemejaron a un tal don Quijote de la Mancha-caballero andante- anclado ya en su lugar de origen tras sus intentos de fuga; cuando al cuido de un cura y un barbero y una ama y una sobrina- ambas sin muchas luces e ignorantes de hombres-le observaran sentado en el corral de su casa viendo como le quemaban los libros y las memorias y le crepitaban las letras y le alumbraban los títulos de sus caballeros andantes, meditando…Como las aguas de este río deslizándose silencioso bajo las piedras rodadas de una última escombrera negra, soterrado; caminando hacia regatos sin cauce y albercas sin huertos y valles sin nombre; culebreando por entre juncales y charcas do abúlicas ranas le reñían croando, cual reinas en sus cenagales. Ignorantes ellas, ¡batracios peor nacidos!, de que estas aguas habían jugado entre los vientos y los copos de las nieves, ¡encantadas!; que habían viajado utópicas por las nubes y cantado para las náyades en sus cascadas ocultas; que las habían alimentado las ubres de las cordilleras y los picos de ave de las sierras más altivas y habían sido ennoblecidas por la sangre de un millón de republicanos muertos. Que apeadas de los cielos como gotas de rocío para refrescar los campos sin fusilamientos ni guillotinas ni revoluciones sangrientas morían ellas asesinadas en su inmediato entorno y podridas…
Mi hermano Agapito.-

En los días siguientes al 18 de julio del año 1.936, en Barruelo, nadie sabía si el gobierno militar de Palencia, su capital, se había sublevado, si estaba siendo fiel al Gobierno o no…Ni los guardias civiles decían saberlo no obstante haber exigido a quienes tenían licencia de caza que les entregasen sus escopetas…
Mi hermano Agapito tiene ahora 87 años de edad y pronto cumplirá los 88.Me cuenta” su historia” en la guerra del“Norte”, escrita mitad en francés mitad en español, desde San Cannat, (Francia), donde reside actualmente,” para que no se olvide”…Me cuenta a grandes rasgos su vida como la de un joven más entre los muchos que desaparecieron de entre nosotros: unos vivos y otros muertos…
-“Nací en el año 1.915, en Barruelo de Santullán y dedico mi historia a mi familia, de España y de Francia; pero antes de escribirla, con toda mi alma y mi corazón quiero rendir homenaje a mi padre y a mi madre por el valor que han tenido soportando el sufrimiento de haber vivido separados siempre de sus hijos, desde antes del año 1.936.
De los ocho hijos que les nacieron les sobrevivimos cinco y cuando la guerra y después siempre nos tuvieron lejos de ellos: yo en Francia, Fidel y Abelina en Bélgica, Bautista en la cárcel o haciendo la “mili”…Elena también en Francia durante todo el tiempo que mi padre estuvo preso, con mi madre…
Cuando la revolución de octubre, en el año 1.934, por haber tomado parte en ella como militante de las Juventudes Socialistas, en mi pueblo, fui detenido por la Guardia Civil y maltratado y encerrado en una cuadra entre las patas de sus caballos y desde ella enviado a la cárcel de Burgos en la que estuve preso hasta el año 1.936, que el gobierno de las derechas perdió las elecciones: estuve diez y ocho meses preso sin haber sido juzgado por nadie.
En el Ayuntamiento, el alcalde Adrián Fernández era socialista; en la “casa del Pueblo”, donde estaba la sede del Partido Socialista y la U.G.T. todos estábamos indecisos con respecto a la Guardia Civil; a la que podíamos desarmar antes de que se sublevasen si decían que lo iban hacer…Pero no lo decían…Esperaban órdenes…
Fue en estas circunstancias cuando,¿verdad o mentira…?, se nos dijo que en Venta de Baños, en su estación del ferrocarril había un vagón lleno de armas, detenido, que había venido desde Madrid destinado a nosotros los de Barruelo y que no le dejaban pasar: armas que nos enviaba el Partido para que nos enfrentásemos a la sublevación.
Y para bajar a buscarle, como otros muchos, me ofrecí voluntario…
Debíamos “bajar” (así decíamos los de más arriba, al Norte), pasando por Palencia, por su Gobierno Civil, con el cual estábamos incomunicados, para saber primero a que a tenernos con respecto a su postura ante la sublevación militar.
Salieron delante de nosotros, - que llenábamos la única camioneta que había en el pueblo- en un coche alquilado, el alcalde y dos concejales y otro dos del partido… que si llegaron a Palencia…; pero que ya eran esperados allí…
Fueron tiroteados al llegar y a los que no mataron en el acto, perseguidos por las calles los apresaron y fusilaron en la cárcel: nunca más se supo de ellos.
Nosotros, los que íbamos detrás, en la camioneta, sin arma alguna, no pudiendo llegar tuvimos que abandonarla sin gasolina y retroceder durante cien kilómetros hacia los montes de Barruelo, a pie, perseguidos por los fascistas de los pueblos de tierra de Campos que nos querían matar, hasta con horcas y dalles…
Caminábamos durante la noche para que no nos vieran cuando, en Monzón de Campos, topándonos con un grupo de campesinos armados éstos nos hicieron presos y de inmediato nos dijeron que nos iban a fusilar. Estaban a punto de hacerlo y nosotros ya muertos de miedo, cuando uno de ellos se fijo en el cinturón rojo de sujetar los pantalones que llevaba un compañero y dijo:
-¡Pero si son de los nuestros…!
Nosotros habíamos pensado de ellos también que eran fascistas.
Cuando les dijimos que éramos “los de Barruelo”, (como éramos conocidos), nos abrazaron locos de contentos por no habernos fusilado.
Quise volver a casa, a mi pueblo; pero no pude. Durante estos días también allí los guardias civiles se habían sublevado y unidos a los fascistas y otros individuos armados que habían llegado-nadie sabía de donde- se habían adueñado de él. (Después se supo que eran seminaristas salidos de los conventos).
Todos nosotros, los que sobrevivimos a la encerrona que nos habían tendido en Palencia, tuvimos que escondernos durante algún tiempo por los montes de Barruelo; como habían tenido que hacer casi todos los jóvenes y hombres mayores del pueblo, menos los fascistas, comiendo de lo que a escondidas nuestros familiares nos traían.
Cuando supimos que Reinosa y Santander estaban con el Gobierno y podíamos bajar de los monte e irnos voluntarios si queríamos al ejército republicano ya los guardias civiles que nos habían estado persiguiendo habían apresado a mi primo Galo y le habían enviado a Palencia donde le habían fusilado.
Fuimos nosotros “los de Barruelo”, casi todos jóvenes menores de treinta años, quienes establecimos entre Barruelo y Reinosa un primer frente de guerra: en él encontré también a mi hermano Bautista que, a sus diez y seis años combatía por allí.
Mi padre, huido a su vez ya se había alistado en Santander a un batallón de ferroviarios, pero mi madre y hermanos pequeños todavía permanecían en el pueblo y temíamos por ellos.
Desde este frente establecido, desde Reinosa, fui enviado a Santander y desde allí incorporado al ejército que estaba luchando en Asturias, en el cerco de Oviedo, su capital.
Cuando las columnas gallegas ocuparon esta región mi unidad fue transportada al frente de Bilbao, por el lado de Balmaseda, donde para no ser cercados por los requetés navarros tuvimos que replegarnos por la región de Santander, para que no nos cortasen la retirada…
Cuando volvíamos hacia los Picos de Europa, hacia Asturias, en una estación del ferrocarril de vía estrecha, en Puente de San Miguel, había un grupo de mujeres y niños, refugiados, que pretendían subirse al tren que nos trasladaba a nosotros los soldados y no les dejaban subir. Allí habían vivido mi madre y tres hermanos pequeños con otros muchos de Barruelo que se habían escapado por los montes y, efectivamente, eran ellos quienes pretendían llegar a Ribadesella para embarcarse hacia Francia en un barco carbonero en el que solo iban mujeres y niños.
Yo entonces era sargento y conseguí que viniesen conmigo, hasta la Junquera, donde se apeaba mi batallón para dirigirse al frente. Me despedí de ellos pensando que ya nunca les volvería a ver.
Luchamos cuanto pudimos por los montes cántabros y cuando en nuestra retirada llegamos a Gijón encontré a mi padre que vagaba por el puerto sin haber conseguido embarcar e intentando hacerlo. Estuvimos juntos poco tiempo; pero hablamos mucho hasta que me convenció de que era mejor separarnos antes de que nos apresaran a los dos juntos y lo hicimos: nos separamos…En cuarenta años ya nunca le volví a ver.
Mi padre fue detenido y conducido a la cárcel de Bilbao primero y después a la de Palencia donde le condenaron a muerte y después a treinta años de cárcel, cumpliendo tres…Mi padre era un hombre muy moderado en política aunque siempre había sido de izquierdas y nunca se había metido con nadie, que respetaba a sus enemigos…
Fue también en Gijón, en el año 1.937, cuando después de haberme separado de mi padre fui detenido y encerrado en la Plaza de toros, donde nos llevaban a todos y encontrado por los fascistas de mi pueblo, que nos buscaban entre los miles de presos que había. Allí acudían diariamente los fascistas en busca de sus conocidos para llevárselos donde querían sin que nadie les preguntase lo que iban hacer con ellos.
Me dieron golpes durante una noche entera. Me robaron lo poco que tenía, un anillo de oro entre otras cosas, y magullado como estaba por las palizas que me habían dado hasta el amanecer y con las manos atadas y detrás de otros diez o doce que también atados iban delante, de dos en dos, y entre ellos mi primo Pachín-hermano de Galo-me condujeron hasta un acantilado al borde del mar, donde rompían las olas que nos llevarían muertos.
Allí, con sus bayonetas, los fascistas empezaron a acuchillar a los que iban delante y yo, en cuanto me di cuenta de que nos mataban y nos arrojaban al mar, empujé a los dos que me sujetaban y sabiendo que me dispararían, con las manos atadas, entre la niebla, escapé corriendo.
Fui perseguido a tiros durante mucho tiempo, hasta que se cansaron de perseguirme…
Y volví a esconderme en los montes.
Hambriento y agotado; cuando no podía más me acerque a una casa donde una familia que en ella habitaba y que nunca he olvidado me salvo la vida; pero que pronto tuve que dejar… Después de haberme curado de mis heridas, alojado y dado de comer me aconsejaron que me fuese por que allí peligraba mi vida…Y la de ellos también; ya que les vigilaban…
Estuve errando durante algún tiempo por los Picos de Europa alimentándome de castañas y de algún vaso de leche que me daban los pastores de cabras hasta que comprendí que así no podía continuar, que así no podía sobrevivir y muerto de hambre y de frío bajé a un pueblo donde en una casa que me habían recogido me detuvo la Guardia Civil.
Fui conducido a Llanes para ser juzgado y posiblemente condenado a muerte y fusilado de inmediato. Todos los días venían a por nosotros y se llevaban a alguno. Pero, para sorpresa mía, un día fui sacado de aquella cárcel y trasladado a Zaragoza, a un batallón disciplinario, donde construían un ferrocarril.
Solo trabajábamos por la noche y durante el día me iba a las barracas de los italianos a que me enseñasen las canciones que ellos sabían a cambio de que yo les enseñase las nuestras, en español; con ellos me llevaba muy bien.
Hasta que un día fui llamado al orden por su comandante quien me amenazó con enviarme a una prisión militar, que era lo mismo que si me condenaban a muerte y tuve miedo…
Y fue en el año 1.938 cuando con otros dos oficiales conseguí escapar de allí y llegar a Francia atravesando su frontera y una noche, que me había quedado solo por culpa de una patrulla de fascistas españoles que nos habían estado persiguiendo por los Pirineos resbalé por una pendiente de hielo y, lo cuento por milagro…pues casi me mato.
Pero llegué a Vaqueiras de Luchan, (¿), donde me reuní con mis dos compañeros de fuga, a los que había perdido, y ya desde allí y acompañado por unos periodistas franceses viajé a Toulouse y Perpignan, donde se hizo cargo de mi el consulado de España quien, tras unos días de tenerme alojado en el hotel Salas, me envió a Barcelona para incorporarme nuevamente al ejército republicano con el grado de teniente y luchar por los frentes del Ebro.

jueves, 15 de marzo de 2007

Barruelo: barros rojos

Sobre este lugar de minas de carbón en tiempos de absolutismos y persecuciones obreras y olvidadas gentes labradoras sin tierras que labrar y barros amasados por las ruedas de los carros y los tarugos de las albarcas opinó una escritora- rostro apergaminado y pelo ensortijado e hija de casa bien y autora de un libro titulado el metal de los muertos, CONCHA ESPINA- que era ¡muy rojo!:”más por la índole revolucionaria de sus gentes que por el color de sus barros…”

Y nuestra memoria, esa bendita memoria antropológica que nos ayuda a recordar nos dice que allá en los años veinte y treinta del siglo pasado cuando se apaleaba a los mineros en las huelgas y eran despedidos y readmitido o no según su religiosidad, quienes acarreaban troncos y peñascos por los caminos y tierras para amasar adobes y labraban piedras para edificar centros de solidaridad obrera y aportaban sus sueldos y descansos cual socialistas sacrificando hasta el pan de sus hijos a nuestro progreso social tenían que ser muy rojos…

Y escribe Francisco de Luis Martín, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Salamanca y autor de “la F. E. T. E. en la guerra civil española”:

“Una de las principales preocupaciones del socialismo fue siempre la formación y capacitación de la clase obrera y en especial de sus trabajadores asociados; este es el caso del Centro Obrero de Barruelo de Santullán-Casa del Pueblo a partir de febrero de 1.919- núcleo minero situado en el extremo nororiental de la provincia de Palencia y de fuerte implantación socialista; sobre todo desde 1.925, en que el Sindicato Minero Castellano afiliado a la U. G. T. conoce un incremento notable y continuo en su número de socios. Su inquietud pedagógica y cultural alcanza hasta la educación formal: El 30 de agosto del 1.924 la junta General del Sindicato manifiesta su deseo de instalar en él una escuela para niños y adultos y crea una comisión organizadora compuesta por Jacinto Martín, Julián Maza y Ángel Díaz”.

…Y en tiempos de analfabetismos e inconfesables métodos para impedir a los hijos de los obreros que se ilustren demasiado organizan una escuela y una biblioteca y una imprenta y un boletín titulado”La Aurora Social”; un Orfeón y un Cuadro Artístico, e intentan que sus correligionarios sepan de teatro interpretando obras de entretenimiento y sociales cual “Juan José” o “El pan de los pobres”; ¡pero…!

Silicóticos ignorados y sin protecciones que les impidan en los trabajos los accidentes o enfermar, sin cascos ni mascarillas ni botas de goma, doblaban sus jornadas laborables por “las cornadas que daba el hambre”: ¡sabían de sus barros que eran negros- muy negros- por que se los pisaban los hijos con las alpargatas rotas!

Cuando esta escritora santanderina así les colorea ya hacía más de cincuenta años que su río bajaba sin peces y sus pulmones-¿diferentes a los de sus aristocráticos amos/patronos?- respiraban los ciscos del carbón de piedra por un mísero jornal; que sus mujeres faltas de médicos y medidas sanitarias se desangraban al parir y morían y su mortandad infantil superaba a la mayor actual en el más mísero pueblo africano; que entre derrumbes e incendios y explosiones de grisú pocos de ellos llegaban a viejos y sus esperanzas de vivir algún día en libertad se alimentaban solo cantando el himno de Riego con su letrilla de “si supieran los curas y frailes…”

Cuando el hombre se las mataba en la mina sus viudas iban por las escombreras azadilla en mano buscando entre los escombros el carbón que se escondía entre sus piedras, para alimentar sus crías; mendigaban a la puerta de la iglesia o bajo el peso de su cuévano encorvada, destilando “islán” -cieno de carbón mojado- lo repartía por los hogares con hombres; subiéndoselo agotada por cuestas y calles tan empinadas y barrosas que ni los más audaces carreteros conseguían subir maltratando con un látigo a sus mulas.

…Y se rebelaban; y abominaban de los amenazantes militarismos y clericalismos e intereses que les condenaban a los infiernos en este mundo por negarse a procrear hijos para convertirlos en frailes sin sueldo o soldados como carne de cañón o mano de obra barata o mendigos y criados y criadas para uso y disfrute de quienes si podían pagarse siervos con un pedazo de pan; desde mucho antes de que en su horizonte apareciese la esperanza de una 2ª República más audaz y menos manipulada que la 1ª , para cambiar las cosas…¡Que no cambiaban!

Por sus calles sin alcantarillas y taludes malolientes campeaban las heces hasta que las disolvían las lluvias o secaban al sol. Por sus habitáculos sin retretes, de adobes, construidos por ellos en sus descansos para humanizarse pululaban sus niños desarrapados, sin escuela. Un capitalismo de calcetín y falto de imaginación al servicio de holgazanes herederos de títulos y fortunas y clérigos y militares acomodados y políticos apañados y monopolios y fuerzas vivas obstaculizaban el advenimiento de nuevos ricos: En sus importancia humana económica y social y cultural la creatividad era negada… ¡Y obligados estuvieron ¿soñando? a enfrentarse a quienes predicaban ¿estúpidamente? que en sus dominios de antaño no se ocultaba el Sol !

Y por cuanto se temía perder si se evolucionaba democráticamente,(ya que entonces como hoy el progreso era de izquierdas),se envenenaba a las gentes y mentía y abusaba de sus costumbres y creencias, falazmente, con mentiras que iban a misa; y hubo un funesto diez y ocho de julio y una explosión fascista que hizo desaparecer de un pueblo con más de siete mil habitantes a dos mil afiliados al P. S. O. E. y la U. G. T. (mujeres e hijos e hijas): explosionados cual refugiados sin patria y exiliados eternos; fusilados por las cárceles o muertos por las trincheras y los bombardeos; diezmados por los montes y las plazas de toros, playas y cunetas y acantilados cántabros y arrojados al mar por no escaparse en un barco tras la caída del Norte; para que jamás se reprodujesen como rojos (cual se pretendía); ¡aniquilados por las escuadras de la muerte!
Campanas envenenadas

Cuando ya habían caído Bilbao y Santander porque a los nacionalistas vascos se les habían colado en columnas de a cuatro por los agujeros de su cinturón de hierro los mozos “apañados” para los fascistas de Franco por sus curas-alférez en las aldeas gallegas al grito de ¡Santiago y cierra España!, que les habían barrido; cuando ya se les habían colado a los nacionalistas vascos los tercios de los requetés navarros que luchaban como siempre hicieran sus hermanos, por Dios por la patria y el Rey; cuando por el Norte al ejército republicano se le remataba en los Picos de Europa y dispersos o apresados y sin barcos en que embarcar a sus hombres se les hacinaba en las plazas de toros y diezmaba en ellas o conducía a los acantilados cántabros y asesinaba y arrojaba a la mar, por entre las vías del ferrocarril y estaciones y carreteras y caminos sin destino vagaban los niños y las mujeres de los republicanos castellanos perseguidos y venidos a combatir en zona republicana: los refugiados… Vagaban sin saber hacia donde iban hasta que encontrados por los guardias civiles y hacinados en vagones de mercancías eran devueltos a sus lugares de origen: (¡lo que temían!).

¡Ya eran las siete de la tarde…! En este lugar del noroeste de Palencia cuyo nombre debiera omitir en mi relato, avergonzado,( Barruelo de Santillán); cuando por entre las faldas de su Sierra se introducían los cierzos y descendían los fríos y en su plaza del Ayuntamiento se quemaban los libros de su biblioteca municipal aun doblaban las campanas:¡desde las cinco en punto de la tarde…!Acomodados en un templete, musical y republicano antaño y hogaño pedestal y sin atriles y elevado sobre una fuente de tres caños con pilón que murmuraba de sus traiciones, aguardaban a los rojos - cuyo tren se demoraba -un alcalde y jefe local del“Movimiento” y un cura y un teniente de la Guardia Civil y varios mandos militares en plaza: ¡tiritaban las fuerzas vivas…!

Siempre en las plazas de los pueblos al igual que en las ciudades se han elevado las fuentes y los templetes y los patíbulos y los lupanares o esquinas para prostituirse y mear; siempre se han celebrado en ellas las tiranías y las libertades y los triunfos de unos y las derrotas de otros y los engaños y las verdades y convocado a las masas y por ello esta vez una multitud de voces y de sombras y de gritos y de llamas y de camisas azules y de brazos extendidos y de muecas en los rostros que se iluminaban se enardecía con las notas del himno que se cantaba: el “Cara al Sol.

…Y podrá decirse que en la espera y el sonar de las campanas - o nadie dirá nada- ya que el arma secreta de las iniquidades es el musgo del olvido- que los odios y los instintos se habían apareado aquella tarde y habían parido las rabias. Alguien dirá sin avergonzarse que las multitudes cuando en las plazas de los pueblos se encrespan son como las olas de los mares y las llamas de los incendios, inhumanas; mas entonces, ¿para qué y por quién doblaban tanto las campanas, desde las cinco en punto de la tarde?

Ya se habían encendido por la carretera que ascendía desde el ferrocarril a la plaza las luces de unas bombillas que sin voltios se estrellaban contra el suelo, como cagadas de vacas; ya se habían silenciado los pitidos de una máquina de un tren anunciando su arribada y erguido las fuerzas vivas en su templete,(¡sin tiritar…!);ya una enjambre de camisas azules se había encaramado a la fuente de los tres caños y pilón con el brazo extendido a riesgo de caerse a él cuando enmudecieron:¡ ya había llegado el tren¡
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(“¡tricornios acharolados…!). … Sin rostro en sus fantasmales capas verdes envueltos y fusiles en bandolera y coronando una cuesta habían aparecido los primeros guardias civiles y tras de ellos en columna los rojos capturados que avanzaban a tropezones y escondían y agachaban y reculaban -¡para no llegar!- bajo los insultos y las pedradas y los escupitajos que les lanzaban sus vecinos y amigos infantiles de otros días olvidados, al tañer de las campanas:¡ desde las”cinco en punto de la tarde“!

El sargento de los guardias civiles que les conducía se había adelantado y acercándose al templete donde esperaban las fuerzas vivas y cuadrándose ante su teniente le había informado:

- Sin novedad en el servicio realizado, mi teniente; son trescientos veinticinco los individuos capturados, veinte en edad de combatir, diez y ocho viejos y el resto mujeres y niños.

-Gracias, sargento le había respondido el teniente-devolviéndole el saludo. Que las mujeres y los niños y los viejos sean conducidos a las “Escuelas” y los otros al cuartel.

- A un niño de pocos meses le han golpeado con una piedra en la cabeza y ha fallecido en los brazos de su madre, una tal Jobita….

-Que le entierren, había respondido el teniente. ¿Algo más…?.

Iba a intervenir el cura con alusiones a los Santos Sacramentos cuando se escuchó un disparo y prefirió no hacerlo, se persignó: ¡Y las campanas volvieron a doblar! Y volaron nuevamente allá en su campanario. Y en su apoteósico redoblar llamaron a las furias del averno y aparecieron por la plaza los vergajos y las porras y las barras y los puños de hierro y los sicópatas sin causa que saltaban cual las chispas de los libros que allí ardían, golpeando sin piedad.

-¡A por ellos…! ¡A por los rojos…!¡A por esos hijos de puta!, gritaban y gritaban mirando a sus fuerzas vivas, pidiendo calma…

-Por Dios, eso no!- había exclamado el señor cura.

Era la gran fantasmada; la gran irracionalidad de unas bestias que en su estampida debían desfogarse y había que dejarlas solas: envaradas las fuerzas vivas bajaron de su templete y se alejaron de la plaza; pretorianos los guardias civiles aletearon sus capas y se llevaron al cuartel a los hombres que habían atado, en cordada… En esta tarde y noche y horas que se recuerdan para que no se olviden y en este lugar campearon cual los demonios por el averno los sapos que se regocijaban y bailaban y saltaban sobre sus panzas y las hienas que se reían y los loros que se gritaban y las babas de los babosos que se arrastraban; habían aparecido los monos saltarines y chillones y los lobos que aullaban y los cornúpetos ciegos y los cerdos con sus hocicos abiertos y las jaurías de los perros salvajes: ¡habían aflorado las rabias!

Desaparecidos los humanos sentimientos y escapándose por las escaleras de la plaza arriba hacia las “Escuelas” perseguidas por las fascistas de la Sección Femenina con sus maquinillas y tijeras abiertas para cortarlas el pelo o afeitarlas la cabeza corrían las jóvenes sin hijos y las madres protegían a sus crían con sus abrazos u ocultaban entre las faldas para que no se los matasen las bestias con sus patadas.

Entre las aulas sin crucifijos y las paredes desnudas y las ventanas sin cristales y los muros agujereados por los obuses de la guerra y las heces ya secas de las tropas que allí habían sido acuarteladas para la ofensiva del Norte, en “las Escuelas”; con sus corazones henchidos por el llanto y sus magullados cuerpos y sus cabezas rapadas y gimiendo y acurrucados al calor de si mismos y lamiéndose las heridas, pernoctaron aquella noche y otras muchas de su invierno los hijos y las mujeres y los ancianos de los republicanos presos o muertos o escondidos por los montes tras la caída del Norte, vencidos; sin sus hogares ya requisados y ocupados por los fascistas desde que huyendo de sus barbaries hubieron de abandonarlos, caritativamente: sin sus jornales y a merced de sus verdugos y de su Auxilio Social… Y su dolor…, el dolor de todos juntos y el dolor de cada uno fue cubierto año tras año con el musgo del olvido,(?)