¿Por qué se hizo esta revolución? Podrá decirse que fue un error, un paso atrás en las reivindicaciones sociales cual se dijo de las huelgas generales convocadas por la U. G. T y el P. S. O. en los años 1.913 y 1.917; pero... ¿hubo alguna vez en alguna parte del mundo una revolución perdida?
“Cada vivencia es una enseñanza para el individuo; cada sufrimiento le ayuda en su avance consciente y así su vida se eleva desde los errores de la juventud a una claridad y comprensión mayores”: ( Stefan Zweig en “la tragedia de la falta de memoria”).
Porque como ciudadanos y asalariados e intelectuales y profesionales independientes y comerciantes y obreros sindicados y políticos de izquierdas enfrentados a los intereses hereditarios de una monarquía aristocráticamente parasitaria y clerical y corrupta y expulsada pero no muerta sino viva cultural e institucionalmente como de clases y castas, necesitábamos para existir como ciudadanos libres una revolución a la francesa, tan radical; aunque por evitarse hubiésemos aceptado ilusionados una República progresista y democrática e igualitaria, que debía serlo. Estaba ya tan arraigada y asumida como necesaria entre nosotros para enfrentarnos a las miserias sociales y culturales que nos envilecían desde hacía siglos y obligaban a sobrevivir emigrando que hasta los burgueses -de otra clase –cantaban “la Marsellaise”.
Esta revolución no había sucedido primero sin fusilamientos ni guillotinas, no obstante la tiranía de unos gobernantes de clase, vaga e inútil, que presumía de serlo y autodefinía con sus gritos de “¡viva las cadenas!” y ¡muera la inteligencia! porque pretendía deshacerse de ellos y de sus frailes trabucaires a quienes besaban la mano sin violencias, cual de sus capitostes religiosamente institucionalizados y conchabados para un Imperio hacia Dios con sus obispos y generales condecorados, que se enfurecían si les quitaban sus guerras ….
Social y culturalmente estábamos más cerca de África que de Europa y por allí aun no triunfaban las revoluciones…Para entenderla como la evolución natural de un pueblo que pretendía desligarse de los tiempos en que a sus obreros los apaleaban sus amos –que no empresarios- y encarcelaban y hasta fusilaban por los derechos divinos que les otorgaban sus clérigos y militares cual fuerzas vivas, cabría preguntarnos por cuantos idealistas y libre pensadores u obreros fabriles o campesinos o mineros con inquietudes y funcionarios y letrados y analfabetos y maduras e inmaduras gentes de entonces la hubiesen deseado cual la rusa o la francesa, para triunfar; que la hubiesen apoyado contra el auge del fascismo que avanzaba por Europa y por nuestro bienio negro y nos obligaba a deambular por los caminos sin trabajo y a escondernos de los guardias civiles en nuestras huelgas reivindicativas, por comer…
Contaban ya en su bagaje de enemigos al acecho y desde antes de que estallase, con una contrarrevolución fascista organizada por el Vaticano y el capitalismo europeo y el nuestro que lo era de calcetín fiel a sus ineptitudes y falta de imaginación despreciaba a nuestros obreros y campesinos y a los empresarios que no heredaban, cual nuevos ricos, únicos en producirles algo tangible desde que en sus imperiales dominios se les ocultase el Sol.
Nuestra Republica había querido traspasar los Pirineos sin fusilamientos ni guillotinas y no lo había conseguido. Denostada ya en su nacimiento como una aberración por nuestros obispos y curas y frailes y monjas y caciques y monárquicos agazapados, fallecía…Y debía evitarse. Acosada física y moralmente por cuantos creyentes y clientes aun había esperanzados e impregnada sine quo de un ateísmo expansivo, científico y liberal, pero agarrotada por cuantos clérigos traficaban por sus diócesis con su religión a cuestas y la vendían como el opio del pueblo, y lo incierto de su porvenir, ( y el nuestro), solo nuestros campesinos sin tierras y obreros sindicados y Casas del Pueblo y juventudes socialistas y anarquistas- los comunistas aun no contaban- podían salvarla.
Había sido una sublevación militar fracasada (¿), la del general Sanjurjo el 10 de agosto del año 1.932, (un tanteo contrarrevolucionario para valorar si su momento era llegado) quien confirmase a las Casas del Pueblo y sedes del Partido Socialista Obrero y la Unión General de Trabajadores en su temor de que la II República desaparecería pronto, como la primera, sin haberse aun enfrentado a las desigualdades sociales, por clases; en cuanto la C. E. D. A. alcanzase el poder ya que los obispos jamás aceptarían la separación de la Iglesia del Estado y de sus presupuestos ni tampoco unas leyes que en su futuro los arrumbasen –cual la educación laica- en la selección y promoción de nuestras elites gobernantes, políticas o militares…, sin despertar a sus dormidos:(como hicieran dos años después).
…Y obligados por estas circunstancias que es preciso recordar para que no se olviden progresistas e idealistas y nuestros obreros fabriles y labradores sin tierras que labrar y mineros inhumanamente explotados, asturianos o leoneses o palentinos pero sindicados, se enfrentaron con sus escopetas de caza y cartuchos de dinamita a su explotación caciquil, obtusa e ignorante cual la del hombre por el hombre en sus formas de ganar dinero; un caciquismo cerril que les impedía progresar social y culturalmente y se alimentaba de sus miserables feudos y trapicheos y consolaba… “viendo a otros más pobres y miserables que él comerse las hierbas que él arrojaba”.
Porque no sufrimos entonces el episodio de una represión cruenta por el fracaso de una revolución comunista perseguidora de vidas y haciendas y clérigos y aristócratas y creencias religiosas- como después se dijo- sino el más trágico de los hasta entonces sufridos por nuestros afán de subsistir:( sin fusilamientos ni guillotinas…)
Tras de aquella intentona golpista o Sanjurjada-como se la llamó- en el año 1.932, fue entendido por cuantos quisieron entenderlo que al igual que en Italia y en Austria y en Alemania en España afloraba una dictadura fascista capitaneada por nuestros clérigos y militares e hijos del pueblo subvencionados y apañados como fuerza de choque para que nos matásemos entre nosotros mientras ellos se organizaban; salvo que pudiese evitarse con una revolución social. Se entendió ya decidido por la C. E. D. A. desde que en Las Cortes se aprobase la separación de la Iglesia y el Estado y sus curas y beatos y terratenientes y caciques y somatenes y obispos y generales y acomodados y dormidos se despertasen por este evento y el doblar de las campanas en todos los campanarios contra el virus incipiente del comunismo devastador –que les nacería como bandera-para dejarnos sin bienes ni costumbres ni respetos ni moralidades ni tradiciones ni creencias, sin más; contra un ateísmo de demonios endemoniados con el anticristo incluido y mintiéndonos para ocultarnos la realidad de una improductividad económica ya ancestral y supeditada a los intereses inconfesables de clérigos y militares en sus guerras coloniales.
Esta revolución precipitada, (?) fue entendida como necesaria por los socialistas y sindicalistas españoles-no todos- acuciados por las decisiones de gobiernos cual el títere de Ricardo Samper que les cerraba sus casas del pueblo y encarcelaba en las huelgas; fue asumida como urgente para escaparse de un fascismo que avanzaba y temiendo que les sucediese igual que a los socialistas austriacos, por indecisos: aniquilados en una matanza ordenada por el Canciller Dollfuss con el apoyo del hijo predilectos de su Santidad el Papa, Benito Mussulini. Se enfrentaron en octubre del año 1.934 a sus verdugos cual lo hicieron dos años más tarde el resto de los demócratas españoles, progresistas y antifascistas, y se estrellaron contra el muro de la insolidaridad obrera circundada en esta ocasión por la quiebra de una economía europea supeditada a la Norte Americana y al avanzar de los fascismos universales: religiosamente conducidos por sus clérigos y caciques y militares hacia sus imperiales designios… Fueron apaleados y encarcelados o muertos víctimas de sus razones; pero si hubiesen triunfado-como se entiende ahora que se triunfa, aunque lo hicieran alertándonos a todos los europeos sobre lo que se veía venir,¿cuántos millones de muertos y millones y millones de miserias nos hubiesen evitado?...
1º.-Porque además, estos “rojos”y “ateos”y”demonios con rabo” habían interpretado ya como una amenaza el mensaje que el Presidente de la República Alcalá Zamora les había enviado negándose a firmar la Ley de Confesiones y Congregaciones religiosas y que solo firmó cuando se vio obligado:( y por esta causa retiró su apoyo al gobierno de Manuel Azaña).
2º.-Porque el triunfo de los partidos de derechas en noviembre del año 1.933 con la consiguiente puesta en libertad del general Sanjurjo había permitido una Ley por la que se restituía al clero el derecho a cobrar los dos tercios del sueldo que percibían del Estado, cuando la Monarquía.
3º.-Porque la hostilidad de la Iglesia justificada o no hacia la Republica era mayor cada día y se manifestaba abiertamente desde los púlpitos y las pastorales de los obispos: (siempre unidos ideológicamente a los autócratas y aristócratas exiliados, financieros influyentes, caciques y militares).
4º.-Porque los laudos de los jurados mixtos que se prodigaban y crecían como las hierbas –malas- siempre eran lesivos para los intereses de los obreros.
5º.- Porque se había paralizado la reforma agraria y el campesinado pobre sin trabajo se moría de hambre.
6º.-Porque toda una derecha reaccionaria de oportunistas que se decían republicanos orquestaban las calumnias y mentiras que se inventaban contra. el prestigio republicano y afirmaban hasta el absurdo de haber sido Manuel Azaña quien ordenase a los guardias de asalto-como Jefe del Gobierno -que disparasen a las barrigas de los revolucionarios anarcosindicalistas muertos en Casas Viejas…
7º.-Por que nuestros caminos y carreteras se habían llenado de parados que deambulaban buscando trabajo víctimas del cierre patronal que se había autorizado para impedir sus huelgas y existían regiones como Las Hurdes donde el raquitismo crónico diezmaba a sus habitantes.
8º.-Porque la mortandad infantil era una epidemia y no había existido nunca asistencia médica para quienes no podían pagarla ni pensiones de invalidez o jubilación o ayudas a los ancianos excepto cuando “caritativamente” se les conducía a los asilos y en ellos se les marginaba.
No había ni hospitales ni vías de comunicación ni embalses de agua ni regadíos y los mendigos hasta se profesionalizaban. No había enseñanza pública; no había escuelas en la mayoría de los municipios: éramos un país de miserables con más de un cincuenta por ciento de analfabetos y a los maestros de escuela se les compadecía por el hambre que pasaban.
Todas estas carencias nos mantenían en la Edad Media y lo muy poco que existía social y culturalmente, público y privado, estaba regido por un clericalismo pernicioso que se negaba a consentir gobiernos que no fuesen manejados por ellos. ¿Que otra cosa se podía hacer cuando tanto cerrilismo todopoderoso se negaba a que evolucionásemos y pretendía que retrocediéramos-¡otra vez…!- a una Monarquía clerical?
Existía toda una política henchida de represalias y resentimientos y era fácil adivinar, si esto sucedía cuando en el Gobierno de Lerroux solo había un ministro de la C. E .D. A., como iban a ser tratados los socialistas en cuanto Gil Robles su jefe y jefe de la mayoría parlamentaria accediese al poder.
¿Que podía esperarse de este líder de la derecha española que en aquel mismo verano había visitado en Viena al funesto Dollfuss, un fascista que pocos meses antes había consumado una matanza de demócratas socialistas en Austria e impuesto un Estado Corporativo en ella, copiando al italiano?
Parece evidente que esta revolución mal llamada “de los mineros asturianos” por su mayor implicación y por que así se la minimizaba, fue organizada en su proyección nacional urgentemente por los socialistas y los anarquistas para evitar que se produjese un asalto al poder de los fascistas y filo-fascistas desde el poder mismo; por que no se ignoraba que desde el año 1.933, cuando los nazis alemanes habían alcanzado triunfar, existía un proyecto de alianzas para los Estados del sur de Europa denominado”antifrancés”y patrocinado por la Santa Sede y el capitalismo europeo que obligaba a la C.E.D.A. y a sus generales y obispos a reaccionar contra la irreligiosidad que se promocionaba antes de que esta alcanzase a la educación de nuevas generaciones, como en Francia…
Este intento de evolución llamado revolución fue inevitable- o creyó serlo- por el creciente absolutismo de nuestras clases y castas y sus gobiernos títeres pero además porque si continuaban gobernándonos cual contrarrevolucionarios sin revolución alguna e inquisitorialmente eran capaces de retrotraernos a la Edad Media.
Para los sindicatos socialistas ilegalizados con la ilegalización de sus huelgas era evidente por las prisas que se daban las derechas en armar a sus somatenes y falangistas y carlistas y juventudes católicas, cual poder añadido al de sus militares y guardias civiles, que ya les estaba cercando una dictadura fascista, a la italiana; perseguidora y asesina al igual que la austriaca donde una decisión armada socialista había resultado inútil, por lo tardía o la alemana donde ya estaban siendo eliminados cuantos socialdemócratas declaraban serlo, democráticamente… Y optaron por defenderse, atacando.. .
Pero no obstante su “fracaso” tuvo efectos positivos: gracias a ella y a sus inhumanos apaleamientos y encarcelamientos y arbitrarios asesinatos en los cuarteles de la guardia civil- nadie podía imaginarse lo que nos sucedería después- cual fue el asesinato a culatazos del alcalde de Barruelo de Santillán, Francisco Da Pena, que solo había intervenido en esta revolución para evitarla en su pueblo, hubo millones de españoles que supieron de la amenaza del fascismo internacional y volcaron sus esperanzas en vencerle diez y seis meses más tarde electoralmente, en un Frente Popular; pero…
Sabido es ya que no existen verdades absolutas y más que entonces pudieran existir; pero en el año 1.934 los creyentes católicos alardeaban de ellas por el simple hecho de creer en Dios: ¡era su única razón para todo…! (Y cito a José Mª Espinosa, doctor de Historia Contemporánea, Universidad de Deusto):
“La obsesión anticomunista del Vaticano tuvo como consecuencia la aceptación de los regímenes fascistas como barrera y mal menor ante el avance del proletariado, definido siempre como ateo y enemigo de la Iglesia”.
En las “casas del Pueblo”-socialistas- cuando en la España de entonces había pastores que ganaban “un duro al año” y al “Piyayo a chufla se lo tomaba la gente”y a los niños de doce años se les mandaba a las minas a trabajar y a las niñas a servir como criadas sin sueldo si podían con un cubo de agua; cuando en el campo se utilizaba a los niños y a las niñas como motriles sin escolarizar; siendo ya la cantera del mundo en misioneros y monjas y frailes, entre sus militantes y afiliados y sindicatos en la U.G.T. y cuantas personas humanitarias había se “soñaba” con los derechos humanos; se revelaban las conciencias por los crímenes sociales que se cometían y se entendía que era ya urgente una verdadera revolución, como la de otros pueblos, para que tuviésemos libertades y progresos.
Nadie debe extrañarse ahora si algo sabe de entonces y de cuantos reaccionarios había social y culturalmente afianzados, que en sus últimos días Francisco Largo Caballero se arrepintiese de haber gritado ¡República…!¡República..! y no ¡Libertad…! ¡Libertad…! A la Monarquía española no la había sucedido una Republica a “la francesa” como la habían soñado nuestros sindicatos obreros socialistas y verdaderos republicanos-que de todo había: la Iglesia Católica española obedeciendo al Vaticano y más papista que el Papa no se lo había consentido. ¡Nuestra República era una parodia…! Seguíamos condicionados a la explotación obrera cual siempre habíamos estado bajo el poder político clerical-más que religioso- que nos gobernaba y se negaba a dejar de hacerlo.
Y vuelvo a citar a José Mª Espinosa:
“Esta generación no había enarbolado la apología de la fuerza y la milicia como nunca antes se había hecho en España sino todo lo contrario, se rebelaba contra los militarismos históricos, clericalismos e imperialismos basados en la fuerza bruta imperante desde siglos atrás”.
Porque con el advenimiento de la II República y no obstante los derechos alcanzados en una nueva Constitución en la práctica clérigos y caciques apoyándose en sus somatenes armados, guardias civiles y militares nos impedían todos; no se contaba con nuestros derechos constitucionales más que se contaba con nuestros primeros cementerios civiles autorizados y poco usados para no ser marginados en ellos religiosamente, hasta después de muertos. Debía serse muy íntegro y valiente en defensa de principios agnósticos o ateos para aceptar ser enterrado en un cementerio diferente al de nuestros allegados y amigos;¡fuera de nuestros muros municipales seculares como individuos apestados y diferentes por aborrecer a los curas!
Y en consecuencia existía la “otra España”, ésa que tanto amenazaba a nuestras costumbres y tradiciones y culpaba a los curas y frailes de nuestras miserias y hambres si se incrementaban.
En algunas actas de las reuniones y asambleas del P. S. O. y “casas del pueblo”, puede leerse que a sus correligionarios se les prohíbe asistir a los actos religiosos, bodas, entierros o bautizos…”salvo compromisos ineludibles”.Y aunque en estas asambleas y reuniones jamás se discutía sobre la existencia o no existencia de un Dios y a sus socios se les respetaba en sus creencia, ¿ quiénes eran siempre sus enemigos políticos y sociales y hasta laborales sino sus beatos y cura del lugar?
Cuando la Monarquía; cuando la dictadura del general Primo de Rivera, tras la cual empieza a vislumbrarse la posibilidad de una republica democrática y esta es atropellada continuadamente con su Constitución por los sucesivos gobiernos títeres clericales disfrazados cual el de Ricardo Samper, ¿quiénes poseen o creen poseer el “derecho moral” de impedir hasta por la fuerza si es preciso que los sindicatos obreros de izquierdas o derechas o socialistas o anarquistas o separatistas cambien su “orden establecido”, democráticamente…?¿Quiénes creen ser o en nombre de qué derechos por creencias o clases o tradiciones o costumbres pueden ellos mismos autorizarse a soterrarnos como ciudadanos mediante calumnias y mentiras y la contrarrevolución fascista que pudieron evitar y no evitaron y propiciaron y nos arrastró a una sangría nacional de más de millón de muertos y de millones de vidas truncadas sin conocer nuestro progreso social?
Alguien me pregunto una vez en mis principios de militante socialista en el P. S. O. E. y la U. G. T. y pegando carteles, en Madrid, que de donde venía…Y yo creí que me preguntaba por mi ideología de antes de militar en éste partido y sindicato… Y estando ya en el año 1.976 y sorprendido y desarmado en mi memoria por cuarenta años de franquismo no acerté a responderle entonces; pero debí haberle explicado para que me entendiera:
-Nosotros, hoy hombres de izquierdas y niños en los años treinta,(aunque haya excepciones), no procedemos ideológicamente de ningún activismo político o sindical o social…Venimos de una situación caótica, de una España tercermundista en la que el oscurantismo religioso nos impedía crecer con aspiraciones sociales:(yo solo pude ir desde los siete a los nueve año a la escuela municipal de mi pueblo).Venimos de unos tiempos históricamente empobrecidos por las instituciones; de una España de pordioseros por los caminos, ciegos y tullidos abandonados y ancianos que pedían limosna: de un lugar donde no existían los derechos humanos.
Los hijos de quienes no iban a misa o de quienes sí iban a misa; de republicanos progresistas o conservadores reaccionarios u otros partidos políticos de izquierdas o derechas; los hijos de todos carecíamos de medios para estudiar o aprender un oficio o luchar por nuestras aspiraciones personales si en nuestro país la Iglesia era apartada del Estado; si no se la arrumbaba de una u otra manera en sus hegemonías educativas y culturales y económicas basadas siempre en su hecho predominante y fines que nos clasificaban cual creyentes y no creyentes y dividían y trataban como tales:
“Tiranía clerical o democracia republicana”; este es el título de otro articulo publicado en “Vida Social” en el año 1.933, un periódico semanal de Barruelo de Santillán, adherido a la U. G. T.
”Mientras en otros países la actitud de los católicos es de transigencia y comprensión del momento histórico que vive la humanidad, en el nuestro son los católicos precisamente quienes se oponen a toda renovación liberal y democrática. Los belgas y alemanes han formado en diversas ocasiones parte de gobiernos de coalición con los socialistas y dado en dichos gobiernos la nota liberal sin que jamás fuesen un obstáculo para llevar a efecto reformas sociales beneficiosas para la clase trabajadora y aunque ellas perjudicasen al capitalismo; pero en España ocurre todo lo contrario: el troglodismo más primitivo halla su eco entre las gentes de la Iglesia”.
En la España de los años treinta cuando ya en Francia existían carreteras asfaltadas que llegaban hasta los más remotos caseríos nuestro pueblos y muchas de nuestras ciudades se comunicaban por sus caminos de barro: África empezaba en los Pirineos.
Pero de hecho ya en el año 1.923 Alfonso XIII había sido definido por Pío XI como “el primer católico, el más sincero, el más entusiasta…Siempre dispuesto a ofrecer su sangre por Cristo y por el Papa”. Este pontífice, elegido en el año 1.922, consideraba a Benito Mussolini “un hombre providencial”.
Y desde entonces el clericalismo español había optado por dar su apoyo total a la marea nazi-fascista que avanzaba por Europa y conseguido que los muchos intereses creados durante siglos por su integrismo se uniesen en la C. E. D. A., para una dictadura fascista: (Que obligó y dio origen al Frente Popular porque en Alemania el nazismo ya se había afianzado y el imperialismo italiano abrazaba hasta la Abisinia.)
…Pero que nadie, cuando escriba o comente esta revolución fracasada en el año 1.934 pero triunfante hoy, lo haga ¿ ignorando...? que el hombre vive en sus circunstancias; como ignora un tal Pío Moa en un libro que titula “los orígenes de la guerra civil española”y afirma que tuvo lugar cuando tal o cual persona o tal o cual partido o sindicato la decidieron y vierta sus estúpidas acusaciones intentando hacernos olvidar que los verdaderos orígenes de nuestra incivil guerra y su cruzada estuvieron en nuestra histórica y miserable situación desde antes que en nuestros dominios se ocultase el Sol; que sin este caldo de cultivo, ya añejo, ni líderes ni organizaciones obreras ni carismáticos individuos hubiesen movilizado a nadie sin contar primero con las injusticias y los abusos y los despertares ciudadanos que en el siglo diez y ocho motivaron la revolución francesa.
…Y digo yo, como dice Stefan Zweig: “Cuanto se escribe aderezado con mezquinos intereses puede hacernos caer, “en la tragedia de la falta de memoria…”
Fidel Maza Ibáñez
Año 2.007, Madrid.
1 comentario:
La república tenia posibilidades y muchas de haber ganado la guerra, la pena fue que ocurrio lo contrario, despues fuimos el preludio de la segunda guerra mundial
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