EL RIO REPUBLICANO.- (Un relato alegórico en memoria de Francisco Largo Caballero.)
Había una vez un río que nunca llegó a ser grande. Y no le sucedió al nacer allá por la Sierra de Ijar en la Península Ibérica que lo hiciera inadecuadamente, sino todo lo contrario, había escogido para manar una hondonada muy verde entre peñas y robles y avellanos y sombras que invitaban a las truchas a jugar al escondite:(¡Y jugaban…!)
Mas… apenas había abandonado su cuna y contento serpenteaba y descendía y saltaba entusiasmado hacia un pueblo cuyas gentes atraían a los ríos con loas a las libertades e igualdades sus cuadras le vertían las heces: le cagaban y le meaban.
Pero él continuaba bajando y no obstante su envilecimiento humedecía las raíces de unos bosques que eran suyos, sus anhelos; reverdecía las impenetrables frondas por donde mozos y mozas se ocultaban para sus desahogos sexuales y fríos manantiales protegían sus berros; permitía a los chavales bañarse en calzoncillos o con el culo al aire y arreciaba en sus crecidas animado por los muchos arroyuelos que le acaudalaban cuando en un recodo del camino era asaltado por los escombros rodados de una escombrera muy alta, mástil y bandera de un gigante económico negro al que llamaban Carbón: la de su pozo Peña Corva.
(-Y para un mejor entendimiento: Junto a las vetas del carbón de piedra discurren otras igual de negras,- piedras - que no arden en los usos domésticos y se apilan junto a los pozos de extracción cual inútiles montañas de escombros que lo ennegrecen todo: bosques y ríos, pueblos y valles).
….Y escriben y cuentan que pudo haberle escrito Cide Hamete Benengelí -autor arábigo y manchego y nunca visto- asemejándole en sus tropiezos a los sufridos por un tal don Quijote de la Mancha y su escudero en sus albores y escapadas cabalgando juntos por diferentes causas:
-“Traspasado que hubieran las aguas de este río a la gran montaña de escombros avezados en el arte de ennegrecer paisajes y ahuyentar pájaros y entristecer alegrías e intentaran detenerlas; arribadas que hubieron a un lugar conocido como barruelos por el color rojizo de sus muchos barros desde antes que los ennegreciesen los escombros y los ciscos y los humos de su carbonífera industria, ya no saltaron por entre las peñas para salpicar avellanos sino se hicieron receptoras de las muchas inmundicias que por el lugar había y hubieron de aceptar que“navegasen”por ellas o estancaran en sus remansos durante noches y días y semanas y meses desde orinales viejos y palanganas descascarilladas hasta apolillados colchones de lana; que las atemperasen los gatos y los perros muertos ya hinchados y las ratas nadando como peces y saltando como ratas pero al vuelo como aves atrapasen, barridos o baldeados, cuantos despojos de animales sacrificados arrojasen por la trampilla del matadero municipal que en este lugar vertía sus matarifes y carniceros:( pezuñas y cuernos rotos y vientres despanzurrados y mierdas ensangrentadas).”
Y fue de este modo y por razones tan afines que no se explican sin ascos ni eufemísticamente escribiendo, tan viles y repugnantes fueron, que en las riberas de este río de idílicas aguas republicanas trastocadas y preñadas de ilusiones proliferaron cual los hongos venenosos y las ponzoñas y los mejunjes entre los clérigos y los boticarios los correajes abrillantados y las camisas ensangrentadas; añagazas y pistolas y puños y mitos y leyendas y odios y desamores y mentiras y calumnias y cruces enfurecidas asidas por las peanas; que a sus frescas y tricolores flores republicanas las invadieron ya azules o negras o pardas las buscadoras de imperios y ajadas y escarnecidas o muertas y olvidadas o recordadas desaparecieron entre sus botas, como las flores del mal…
Y se seguiría escribiendo:
“Se amalgamaban por sus orillas bajo carteles escritos que en los basureros decían prohibido tirar basuras objetos entre sí extraños cual somieres desvencijados y pancartas destruidas y paraguas sin varillas y cascotes de albañilerías y botellas rotas y latas vacías y cenizas ya apagadas y era entonces y solo entonces y si a las nieves en sus apogeos las apetecía deshelarse y convertirse en trombas y bajar por los barrancos y destrozar arroyos, que a su encuentro se estremecían y mimetizaban como basuras y desaparecían hasta aparecer fangosos por nuevos andurriales”
Y se dijo de estas aguas por este río-que yo recuerde; cuando ya habían sido ennegrecidas y espesadas por las muchas clerecías de un entorno que se empecinaba en desviarlas hacia otros cauces:
- “Desconsideradas que fueran hasta con ellas mismas por las muchas suciedades e inmundicias y alcantarillas que debían sanear,(¡y por no hacerlo…!); conducidas y canalizadas y apresadas en estanques de hormigón recibían sobre sí volcadas cuantas toneladas de carbón de piedra se extraían por las entrañas de estas montañas y las allegaban desde los tajos por rampas y pozos y galerías y rieles en trenes de vagonetas que arrastraban renqueantes mulas ciegas y maquinillas a vapor o troles para lavar y almacenar mojado cual cieno combustible su polvo denominado islán”.
Y se seguiría contando:
“Había batallado mucho y había avanzado muy poco; por los escombros y las basuras que le habían arrojado aristócratas y burgueses, militares y religiosos cual poderes gobernantes. Había crecido apenas entre mitos y tradiciones y costumbres y leyendas y elucubraciones y sentimientos e intereses religiosamente politizados y militarmente defendidos. Había aprendido por experiencias republicanas, triunfantes o fracasadas, de hereditarias monarquías resurgidas - divinas- en sus privilegios y clases y castas por no haber desaparecido físicamente: ¡pero no, él había preferido ignorar las cruentas experiencias…!
Había optado (?), excepto cuando el raquitismos en Las Hurdes -que sí lo hizo- por no responsabilizar aun más de lo que ya habían sido, por las evidencias, a los cuatro poderes patrios cabalgando cual jinetes del Apocalipsis en sus gobiernos de turno y corrupciones y atropellos e inmoralidades e injusticias y represiones sangrientas y hambrunas y analfabetismos e ignorancias y atrasos generacionales y niños sin escolarizar, cual pilletes, mendigando para ahuyentar su hambre, como en los tiempos de Murillo; pandemias y epidemias y faltas de sanidad. Confiar en que algún día incluso inteligentes y al azar y en contra de sus principios aristócratas y burgueses y clérigos y militares prefiriesen asentarse y especular en libertades e igualdades y fraternidades, democráticamente¡¡ pero no…!!(”Se equivocó la paloma: creyó que el mar era el cielo y la noche la mañana…Se equivocaba…”)
Tan acogotado y cansino estaba, tan atropellado y espesado e incomprendido, que ya no pudo reaccionar -o no quiso- cuando una última escombrera religiosamente erguida contra el laicismo en las escuelas y en su porvenir quiso deshacerse de él de una vez por todas movilizando a sus durmientes y despiertos y acomodados: generales y obispos y aristócratas y banqueros y aburguesados y requetés; curas y frailes y monjas y caciques y terratenientes y fascistas predestinados a su condición de verdugos, (falangistas);con tan persistente furor en su repicar de campanas y arrebatos para abrojos e intelectuales yermos y escombreras encendidas que logró en sus alcances anular en su importancia a las otras explosiones más patrióticas y más fascistas y más aniquiladoras de individuos y libertades y principios y propósitos y razones jamás habidas en país alguno; tan destructoras y salvajes y efectivas en los exterminios de sus pueblos y ciudades con sus hombres y mujeres y niños dentro que nadie osara aun hoy en día y desde entonces preguntarle por anhelos y esperanzas: ¡abortadas…!
Y fueron varios los autores de relatos cortos y entendimientos iguales y vicisitudes extrañas y democracias y libertades nonatas y entusiasmos y encantamientos fortuitos que en su desenlace le asemejaron a un tal don Quijote de la Mancha-caballero andante- anclado ya en su lugar de origen tras sus intentos de fuga; cuando al cuido de un cura y un barbero y una ama y una sobrina- ambas sin muchas luces e ignorantes de hombres-le observaran sentado en el corral de su casa viendo como le quemaban los libros y las memorias y le crepitaban las letras y le alumbraban los títulos de sus caballeros andantes, meditando…Como las aguas de este río deslizándose silencioso bajo las piedras rodadas de una última escombrera negra, soterrado; caminando hacia regatos sin cauce y albercas sin huertos y valles sin nombre; culebreando por entre juncales y charcas do abúlicas ranas le reñían croando, cual reinas en sus cenagales. Ignorantes ellas, ¡batracios peor nacidos!, de que estas aguas habían jugado entre los vientos y los copos de las nieves, ¡encantadas!; que habían viajado utópicas por las nubes y cantado para las náyades en sus cascadas ocultas; que las habían alimentado las ubres de las cordilleras y los picos de ave de las sierras más altivas y habían sido ennoblecidas por la sangre de un millón de republicanos muertos. Que apeadas de los cielos como gotas de rocío para refrescar los campos sin fusilamientos ni guillotinas ni revoluciones sangrientas morían ellas asesinadas en su inmediato entorno y podridas…
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